Introducción:
Con una agenda apretada y un viaje a la playa al siguiente día, Carola Ríos solo me puede atender a las nueve de la noche. Efectos colaterales de ser la Presidenta Ejecutiva de la Cámara de Industrias de Cuenca. Sonreída y serena, ‘atraviesa’ esta entrevista asediada por las demandas que enfrenta una madre que acaba de llegar a la casa. De fondo están siempre las voces de sus tres hijos (Julián, de 14 años; José Alfonso, de 8; y Manuela de 1). En un punto, el llanto de su hija nos obliga a parar la grabadora para que la haga dormir. Carola es chilena, sus padres llegaron exiliados en los 70, cuando era chica, y es también una de las mujeres más influyentes del país.
Testimonio:
En septiembre voy a cumplir ocho años en la Cámara (de Industrias de Cuenca); pero solo desde hace dos años y un poquito más estoy en la Presidencia. Y la verdad no me ha sido difícil moverme en un entorno casi exclusivamente masculino.
La disposición que tienen estos grandes señores, que son unos empresarios admirables, les facilita relacionarse conmigo, conversar, servir de guía.
A mí me tocó construir un equipo de trabajo. Ha sido entretenido porque he tenido que aprender y hacer de todo. He tenido que hacer cambios, porque cada dos años hay elecciones de Presidente del Directorio; uno tiene que ser flexible y adaptarse.
Y, afortunadamente, nunca me han tratado como a una ahijada ni a una chiquita, más bien me han considerado una más del grupo, me han involucrado en todo, me han transmitido su conocimiento y esperan mucho de mí. Profesionalmente me piden mi opinión, y cuando no me la solicitan igual se las doy. Nuestra relación ha sido muy chévere.
En 5 años todavía me veo aportando a la Cámara, con dos nuevos presidentes por delante. Quizá con mi hijo mayor en su intercambio, y ya solo con dos niños en la casa; por suerte nunca van a dejar de haber niños en la casa. Pero en 10 años, sí me gustaría estar dedicada a tiempo completo a mi empresa propia. Ahora, con una socia, tengo una compañía chiquita de productos de aromaterapia y eso va bien. Los minutos que tengo libres se los doy a ese proyecto, que ya tiene 13 años en marcha.
Mi esposo (Pedro) es una de las personas que más me ha apoyado en todo este proceso, igual que mis papás. Él siempre me ha acompañado en la crianza de los niños y ha entendido que esta es mi vocación y que he tenido la fortuna de estar en donde estoy. Es comprensivo y me apoya totalmente. Ambos nos ocupamos de los guaguas.
Dejarles una buena educación a mis hijos es en lo que estoy más enfocada. Mi ilusión de trabajar es para poder darles el mejor futuro posible. Quiero tener la posibilidad de darles una buena educación, pero no solo académica sino de mundo; que ellos puedan conocer otras culturas, relacionarse, y también aprender a ser personas independientes, en todo el sentido de la palabra. Tenemos planificado, en tres años más, hacer un viaje en familia, a Europa o a Nueva York.
A mí me hubiera gustado sacar mi título de ingeniera. Pero como que siempre he vivido adelantada, queriendo terminar las cosas pronto: el colegio y la universidad, para poder trabajar y ser independiente. Si me hubiera dado dos años más hubiera sacado mi ingeniería y hoy estaría en otro nivel académico, que me permitiría otro tipo de alcances.