Los restos del mayor Alvear descansarán junto a su madre. Reposarán en un espacio ubicado en la casa de la familia, en la parroquia de Guayllabamba. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO
La tarde de este viernes 18 de marzo de 2016, los familiares y amigos de Diego Alvear (mayor de las Fuerzas Armadas) despidieron sus restos con una misa. Él falleció en el accidente del Arava, que se siniestró en la provincia de Pastaza, el pasado martes 15 de marzo del 2016.
En la misa, que se llevó a cabo en uno de los salones del cementerio Memorial, en el norte de la urbe, los hermanos dieron unas palabras para despedir al oficial. Joe Alvear, hermano, recordó algunas de sus palabras. Su legado. “Solo hay dos cosas que podemos perder, el tiempo y la vida. Perder la vida es inevitable; pero perder el tiempo es imperdonable”. Ante esta frase indicó que su hermano nunca perdía ni un solo minuto, por lo que disfrutaba de su familia y luchaba por su Patria.
La misa se desarrolló en un ambiente de melancolía como un velo negro que se impregnó en las paredes blancas de la sala. Al final de la eucaristía, dos militares le hicieron la despedida. Lo hicieron con profundo respeto y amor a su amigo incondicional. La frase: ‘Hasta siempre comando’ retumbó en las cuatro paredes de la sala. Mientras tanto, el hermano mayor, el coronel Amilcar Alvear, sostenía sus cenizas.
Al final de la misa, los familiares bajaron en el ascensor hasta los parqueaderos. En este espacio y abordo en un carro particular, Fernanda Aguas, esposa, contó que su marido fue una persona excepcional. Buen compañero, esposo y amigo. “Dejó una huella imborrable en su familia, en especial, en sus hijos Diego y Briana”, señaló.
Se casaron hace siete años. Se conocieron hace ocho. Uno de los recuerdos que se le viene a su mente es que el pase a fuerzas especiales fue una oportunidad para que se unan. “Durante ocho meses disfrutamos al máximo de nuestra familia. Fuimos uno solo, porque renuncié a mi trabajo para irme con él a Latacunga”, recordó con lágrimas en sus ojos.“Queríamos disfrutar de nuestros hijos. Los últimos ochos meses que pasamos fueron los mejores de mi vida. Fue maravilloso”, explicó.
Los restos del mayor Alvear descansarán junto a su madre. Reposarán en un espacio de la casa familiar ubicada en la parroquia de Guayllabamba. “A los pies de la virgen de Guadalupe, su patrona”, dijeron miembros de la familia.
Ahora, solo resta una despedida, tal vez un ‘hasta luego’. Con profundo dolor, la familia salió en sus carros con dirección a Guayllabamba. Fernanda llevaba la pequeña caja de madera de color café. Estaba cobijada con la Bandera del Ecuador.
Los carros partieron pero en el ambiente quedaron varias interrogantes. Aquellas palabras que pronunció el hermano de Alvear: “No te interesó cuántos momentos bellos compartí con ellos… No te importó cuán fortalecidos estábamos como familia. Te preguntaste si quiera. ¿De quién son guardianes, estos seres de luz que me arrebatas? Te preguntaste si quiera. ¿cuántos hijos dejas sin su cariño? Te preguntaste si quiera, ¿cuánto amaba a su familia? No, verdad”.