Redacción Cultura
Desde la fuerza del texto de uno de los mayores libros de Latinoamérica, ‘Los ríos profundos’, del peruano José María Arguedas, el grupo Cuatrotablas desarrolló una pieza teatral experimental.
La palabra fue lo primordial. A tal punto que las acciones físicas fueron complemento de la intención. En el medio de una escenografía simbólica, los actores (Flor de María Castillo, José Miguel de Zela, Manuel J. Luna), bajo la dirección de Mario Delgado, representaron los primeros capítulos de la novela. Estos narran el viaje iniciático de Ernesto, junto con su padre, un abogado de provincia.
El carácter antropológico, el tratamiento del mestizaje, la reflexión sobre el pensamiento andino, que atraviesan la obra literaria, se mostraron en la obra desde los elementos de su puesta en escena. Entre ellos, el idioma (el español y el quechua), el vestuario mixto y la música lastimera, interpretada por los mismos actores.
Un aspecto relevante fue la irrupción del director dentro de escena, ya sea como apuntador de texto, como dramaturgo protector de la pluma de Arguedas, o como actor “hipócrita”, como Delgado mismo se refirió su papel.