Buenos Aires. AFP
Los cambios que la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, hizo en su Gabinete fueron recibidos con críticas y cautela.
La Presidenta impuso ayer en sus funciones al nuevo jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y a los ministros de Economía, Amado Boudou, y de Justicia, Julio Alak, ante la presencia de gobernadores y legisladores.
Aníbal Fernández dejó el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos para asumir la jefatura de Gabinete (coordinador de ministros) en reemplazo de Sergio Massa, quien volverá a su cargo de alcalde de la ciudad de Tigre.
Boudou se fue de la Administración Nacional de Seguridad Social, para asumir el Ministerio de Economía, en reemplazo de Carlos Fernández, quien presentó su renuncia el martes.
La Mandataria hizo un recambio de Gabinete, con un enroque de sus piezas, a 10 días de una dura derrota en las legislativas que dejó al Gobierno sin mayoría parlamentaria. Pero la oposición consideró que solo se trató de un cambio cosmético.
El líder de la Unión Cívica Radical (UCR, opositora), Gerardo Morales, consideró que el Gobierno “está encerrado. Se ve que no tiene gente”. Asimismo, Francisco de Narváez, quien derrotó a Kirchner en la provincia de Buenos Aires, aseveró que “el país necesita un cambio drástico de políticas, no de nombres”.
Dado que la situación económica es grave, las opiniones más escuchadas fueron las de los economistas. Uno de ellos, Roque Fernández, opinó: “Esto no modifica nada. Los que ocupen el Ministerio de Economía van a seguir bajo Néstor Kirchner, haciendo lo que él diga”.