Manuel Quizhpe. Cuenca
Es un sombrío 6 de septiembre de 2009. El pesista Julio Idrovo se entrena en un local con polvo en el piso y una ventana sin vidrios. Un mecánico ingresa con una soldadora e irrumpe las prácticas.
Su propósito es soldar una bisagra de la puerta metálica del baño de los deportistas que está por caerse. Idrovo lo identifica como don Carlitos, padre de Carlos Tenesaca, quien abandonó el dojo (gimnasio de judo) porque desde enero pasado la Federación Deportiva del Azuay (FDA) dejó de pagarle una beca.
Esa entidad, hasta la semana pasada, tuvo problemas dirigenciales, que se iniciaron hace un año, por supuestas irregularidades en la elección de su Directorio. Eso frenó la entrega de becas, pago a técnicos y empleados.
Por ello, hace dos meses, Tenesaca, quien fue seleccionado nacional de judo, emigró a EE.UU. Su amigo, David Ramírez, dice: “Carlos encontró trabajo en Chichago, pero está triste por su alejamiento del deporte”.
Tenesaca era uno de los azuayos con proyección para las Olimpiadas de 2012. Tiene títulos panamericano y sudamericano juvenil y de mayores; además, un subtítulo en los Bolivarianos (Colombia). Pero la crisis económica pudo más que su pasión por el judo.
Mientras don Carlitos suelda la bisagra, una densa nube de humo recorre el escenario y molesta la respiración de los halteristas. Ellos no reclaman. “A él también le adeudan”, dice Idrovo. El progenitor del ex seleccionado nacional prefiere callar.
Idrovo, en cambio, habla de los efectos negativos incalculables que sufre el deporte azuayo. Él tiene una beca deportiva de USD 500 al mes y la FDA le adeuda desde enero pasado.
Según el campeón mundial universitario, ese dinero le sirve para vitaminas.
Para un pesista de sus características, sostiene, solo para alimentación requiere USD 800 al mes. Hay otros gastos como transporte e hidratación. En diciembre cumplirá 17 años como deportista y cree que es el momento más crítico de su carrera.
Idrovo, luego de las prácticas, vende productos de nutrición Herbalife para solventar parte de sus gastos de preparación. Hay otros casos de atletas azuayos que trabajan por la noche como taxistas, ayudantes de buses interprovinciales o choferes de camiones.
Quienes cumplen esas labores prefieren el anonimato. Ellos señalan que si los dirigentes se enteran a lo mejor ya no les pagan. Idrovo, campeón panamericano de halterofilia, confiesa que algunos deportistas piden dinero a los prestamistas hasta que el ente federativo cubra sus deudas.
Deserción y desmotivación
El luchador Mauricio Atamaint también habló de la crisis. Es medallista panamericano y sudamericano y tiene una beca de USD 150 al mes, que no recibe desde febrero. Él, antes y después de las prácticas, trabaja en el departamento de fisioterapia de la FDA.
Él e Idrovo advierten que, por el incumplimiento en el pago de las becas, hay desmotivación y deserciones en todas las disciplinas. Ven con pesimismo los futuros certámenes internacionales.
En la lucha, por falta de apoyo dirigencial, seleccionados con proyección y éxitos internacionales dejaron las prácticas. Entre otros están Juan Guerrero, Geovanni Gómez, Marcelo Quinga, Freddy Pillco. Unos decidieron estudiar y otros trabajar.
Guerrero dejó las colchonetas por un almacén de venta de celulares y cabinas telefónicas. Su negocio está en la terminal terrestre. En sus siete años como luchador recibió un total de USD 160 de la FDA. Obtuvo preseas internacionales y fue campeón en los Nacionales de Ibarra 2004.
Tras su retiro nunca recibió una llamada de algún dirigente. Recuerda que antes la lucha azuaya era protagonista en el país.
Franklin Rojas, un fornido pesista de 20 años, luego de un exigente entrenamiento y un poco agobiado, relata que no recibe su beca mensual de USD 250 desde enero. La dirigencia se comprometió a cubrir ese monto tras la medalla de oro sudamericana juvenil que obtuvo en Colombia.
“Lo único que reclamamos es el dinero de las becas. No deberían llamarse ayudas porque las ganamos por nuestros éxitos”. Rojas estudia en la Universidad Católica y pagó USD 340 por la matrícula y 70 por la pensión mensual.
Cerca del parque El Dragón (sector de El Arenal) vive Martín Prado, campeón sudamericano y vicecampeón panamericano juvenil de judo. Abandonó los entrenamientos hace dos meses y decidió estudiar y buscar trabajo.
Eso frustró su clasificación para los Bolivarianos en Bolivia. Desde el 7 de este mes es alumno de Comunicación Social y entrega carpetas en los planteles educativos para ser entrenador de lucha.
¡Ni a Jefferson le pagan!
Para completar el panorama sombrío del deporte azuayo, este Diario conoció que a Jefferson Pérez se le adeudan USD 16 000 por concepto de su preparación para los Juegos Olímpicos de Pekín. Allí, obtuvo presea de plata.
Hay otros deportistas élite que no soportaron la poca ejecutividad dirigencial. Una de ellas, Paola Bonilla, múltiple medallista panamericana de triatlón. Dejó el deporte y se dedicó a estudiar, cursa el último año de Administración de Empresas en la Universidad del Azuay.
Claudio Villanueva también se cansó de los incumplimientos. Hace tres meses, el seleccionado nacional de marcha aprovechó que le salió la nacionalidad española (por su padre) y emigró con la idea de trabajar y entrenarse.
Hace tres semanas, EL COMERCIO solicitó al presidente interino de la FDA, Rommel Berrezueta, el informe económico de las deudas a los atletas. La tesorera Ruth Arízaga entregó un documento con los nombres de 30 deportistas y los montos por recibir solo de diciembre pasado.
Martha Jarrín, quien el 14 de este mes, asumió la Vicepresidencia de la FDA, dijo que posiblemente hoy se paguen las becas a los deportistas hasta junio pasado.
Según Jarrín, se pagaban valores exorbitantes por otras cosas como jardinería y se dejaba de lado a los atletas. “Ellos tienen que ser la prioridad, se hicieron acreedores a esas becas por sus éxitos”.
Los entretelones de la FDA
El déficit de la Federación Deportiva del Azuay bordea los USD 800 000. De ese monto, cerca de USD 120 000 se adeuda a los deportistas por concepto de becas. A los empleados y entrenadores se adeuda de dos meses y medio de sueldo.
Los azuayos, acostumbrados a los éxitos internacionales, desde el pasado13 de julio no han tenido triunfos. En esa fecha, el atleta Byron Piedra ganó medalla de plata en los 5 000 metros de los XXV Juegos Mundiales Universitarios.
Por la crisis económica y dirigencial de la FDA, Azuay perdió la subsede de los Juegos Bolivarianos. En Cuenca se iban a cumplir las competencias de patinaje, squash y tiro con arco. Estos deportes se harán en Quito.
Durante el último año, Eduardo Encalada (reelecto), Marco Chango y Rommel Berrezueta pasaron por el cargo de presidente de la FDA. Las denuncias de irregularidades en el proceso electoral del 17 de septiembre de 2008 oroginaron la crisis.
El pasado lunes se posesionó la nueva directiva de la Federación Deportiva del Azuay para el periodo 2009-2013. Está presidida por Juan Sánchez Piedra. Su intención es dejar atrás todos los aspectos negativos.
Los andarines élite como Andrés Chocho, Fausto Quinde, Miriam Ramón y Johana Ordóñez tienen becas de USD 500 al mes, según un informe de la FDA (de diciembre de 2008). Ismael Chango (taekwondosista), también recibe igual monto.