Redacción Deportes
Norberto Araujo, el defensa argentino de los albos, aparece en el pasillo de ingreso a los camerinos de la Casa Blanca con su hijo Mateo en los brazos.
Son las 14:05 y el ‘Beto’, uno de los más destacados en la consecución del título de la Copa Sudamericana, se presenta en el túnel con su heredero de 4 años.
Las seis horas de viaje (desde Río de Janeiro a Quito) y los 90 minutos de recorrido en una caravana (por el norte de la capital) han debilitado al defensa.
Su semblante contrasta con el de Néicer Reasco. El capitán albo, quien levantó la Copa en Brasil, luce feliz. El esmeraldeño ingresa al pasillo resguardado por cinco gendarmes de la Policía.
Ahí también hay otras personas sonrientes. El directivo Esteban Paz y su esposa Carolina Nieto, quien está embarazada, se dan modos para atender los pedidos de dos aficionados que quieren una fotografía. Los hinchas se habían colado en el pasillo.
Afuera, en los graderíos, también hay felicidad. En la tribuna occidental unas 1 000 personas aguardan por sus ídolos.
Aferrados a las mallas de protección del escenario, un grupo de hinchas de la ‘U’ corea una estrofa: “Sale albo, sale albo, sale…”.
La espera tarda 15 minutos. Entonces, Reasco seguido por la mayoría de sus compañeros sale al césped del estadio.
El capitán aparece con el trofeo y se dirige a una tarima, ubicada en la cancha. Entonces, empieza a sonar We are the Champions (somos los campeones), la canción que Queen popularizó en la década de los sesenta.
El técnico Jorge Fossati disfruta el momento. El entrenador, que lleva una gorra roja y un par de gafas para ocultar sus ojeras, levanta los brazos y tararea la canción.
En ese momento, la felicidad se confunde con la euforia. En la tarima, los jugadores se abrazan, mientras serpentinas de color rojo y blanco se riegan por el aire. Luego, los jugadores piden la Copa y la exhiben antes sus ‘fans’.
Fossati invita a las esposas de los jugadores a levantarla. Germania González (esposa de Reasco) acepta el pedido y junto a Verónica Cando (cónyuge de Franklin Salas) toman el galardón.
Las invitadas empiezan a bailar en la tarima y los jugadores celebran con aplausos. En un costado de la cancha, Paz y su esposa miran con emoción.
El directivo se aparta de su cón- yuge. Luce agotado, pero atiende a los periodistas: “Es un momento para celebrar. Pero no debemos olvidar que tenemos un juego pendiente ante Emelec”.
Fossati también se anima a hablar. El uruguayo luce feliz, pero su continuidad en el equipo está en duda. “Quiero convencerme de que puedo seguir en Liga”.