Marco Arauz Ortega
Subdirector General
marauz@elcomercio.com
La decisión de cambiar “El Telégrafo” a un periódico popular manejado por el Gobierno ha traído más de una queja de un grupo de damnificados -21 articulistas que decidieron separarse tras la salida del Director y la Subdirectora. El argumento central es que se ha perdido la oportunidad histórica de “construir lo público en el periodismo”.
Esta afirmación parte del supuesto de que los llamados medios públicos son los únicos que sirven para visibilizar lo público. “Ello supone -pontifican- hacer visibles la pluralidad y el disenso en la producción informativa, algo impensable en el actual sistema monopólico y monológico de medios privados”.
Muchos de estos articulistas se “visibilizaron” a través del sistema supuestamente perverso y, muy a su pesar, la expresión de la pluralidad de la sociedad ecuatoriana tiene mucha más historia que el experimento fallido del llamado “primer diario público”. Es arrogante creer que la expresión de un grupo privilegiado es reflejo de “lo público” y sinónimo de construcción del pensamiento crítico nacional.
Por otro lado, una dimensión de “lo público” también se mide en la capacidad de incidencia de un medio en la población. Construir “pensamiento crítico” entre cuatro paredes no tiene sentido. Ya lo dijo de modo crudo el Presidente: el medio pierde USD 6 millones anuales para que un grupo escriba para sí mismo.
El grupo, finalmente, afirma que es necesario incorporar en la Ley de Comunicación un capítulo sobre los medios públicos para garantizar su calidad periodística y el eficiente uso de los recursos estatales. Algo que el medio oficial que tanto defienden no pudo cumplir…