Son organizaciones delictivas recientes y con fama de ser ‘invisibles’. Se trata de redes dedicadas al cibercrimen, una modalidad que tiene réditos económicos instantáneos y con poco riesgo.
La Policía ya identificó este fenómeno y en el 2013 pidió a la Asamblea Nacional incluir siete delitos informáticos en el nuevo Código Orgánico Integral Penal (COIP).
Los legisladores acogieron la sugerencia y a partir de este fin de semana se juzgará hasta con 5 años de cárcel el robo de información de correos electrónicos, la difusión de mensajes de datos o comunicaciones privadas de otra persona (imágenes, conversaciones por chats). Además, la clonación de tarjetas de crédito o el fraude a través de webs falsas.
Nicolay Zapata, de la Unidad de Investigación de Delitos Tecnológicos de la Policía Judicial, fue quien pidió la inclusión de las siete figuras penales.
Ante los asambleístas reveló que el crimen cibernético cambió su forma de operar y ha dejado de utilizar aparatos electrónicos para clonar tarjetas y ahora usa principalmente la Internet para delinquir.
Para Fredy Bautista, jefe del Centro Cibernético Policial de Colombia, la legislación ayuda, pero la ‘higiene’ de los usuarios a la hora de utilizar la Red es fundamental para prevenir el delito.
El oficial cita al menos seis precauciones que deben tomar los internautas: emplear contraseñas de más de ocho caracteres y que no incluyan su nombre o lugar de nacimiento.
Los ‘hackers’ pueden descifrar en cuestión de minutos una clave con esos parámetros.
Otra recomendación es no hacer transacciones bancarias a través de redes inalámbricas (wifi) públicas o en ‘café-nets’.
En Colombia, el investigador ha detectado personas que suplantan conexiones de hoteles o de centros comerciales. “El delincuente está en el ‘lobby’ del hotel y capta los datos sin problemas”.
Durante el Mundial de Fútbol de Brasil descubrieron otra forma de fraude informático: aplicaciones falsas para celulares y que en realidad se trata de potentes ‘mal-ware’ (virus) que al ser instaladas roban la información de los usuarios.
Los agentes hicieron una encuesta después del Mundial y comprobaron que nadie verificaba quién creó la aplicación o los comentarios que hacían otros usuarios al programa.
Bautista, quien visitó el país esta semana para discutir sobre las nuevas modalidades del cibercrimen, también sugiere a los internautas no conectar las ‘memorias flash’ en las computadoras personales sin antes examinarlas con un buen antivirus. Sobre todo si se las utilizó antes en equipos públicos que por lo general albergan decenas de ‘software’ dañinos.
En el 2013, Colombia capturó a 1 314 sospechosos de cometer delitos informáticos. La mayoría fue por hurtos por medios electrónicos relacionados con la clonación de tarjetas.
En Ecuador hay una tendencia similar. Datos de la Fiscalía General del Estado refieren que ese fue el delito más denunciado en el último año.
El mes pasado, por ejemplo, la Policía desarticuló una presunta red delictiva que clonaba tarjetas de débito y crédito. Según los agentes, la organización ganaba hasta USD 40 000 semanales por esa actividad.
Las investigaciones dan cuenta que los cinco sospechosos detenidos instalaban dispositivos electrónicos en los cajeros automáticos de Quito. “A través de microcámaras filmaban la clave que digitaba el usuario y un lector copiaba la banda magnética”, advierte el Ministerio del Interior.
Para esto, los investigadores recomiendan acudir a cajeros donde haya vigilancia y revisar el lector de tarjetas antes de ingresar los documentos.
Manuel Vásquez, comisario general de la Policía española, también visitó la capital. El oficial dice que en ese país la clonación no es tan frecuente y más se reportan delitos relacionados con el acoso sexual como el denominado ‘sexting’.
El consejo para evitar ser blanco de estas prácticas es no compartir imágenes íntimas con desconocidos o de poca confianza. Estas personas luego extorsionan a las víctimas con la amenaza de distribuir las fotos en redes sociales.