Redacción mundo
En Linfen, en la provincia de Shanxi, en el norte de China, el sol se ve apenas 20 días en el año. La ciudad es la más contaminada del planeta, según el Instituto Blacksmith de EE.UU. (https://www.blacksmithinstitute.org/). En la localidad la polución ambiental es peor que en Chernobyl (Ucrania) y la cantidad de polvo es tan grande, que no se distinguen los edificios a una distancia de más de 100 metros.
En la urbe, que se halla en una de la regiones con más carbón de China, los altos niveles de contaminación asfixian a sus 3 millones de habitantes, que sufren, según el instituto neoyorquino, de una alta incidencia de casos de enfermedades cutáneas y cáncer de pulmón. Los ríos están contaminados con una especie de lodo flotante.
En términos de calidad del aire, el Banco Mundial ha declarado que 16 de 20 ciudades más contaminadas del mundo se encuentran en China. Y la Administración de Protección de Medio Ambiente Estatal (un organismo oficial chino) concedió que en ese apartado, Linfen es la peor en el gigante asiático.
El caso de Linfen y de otras ciudades pone en evidencia un hecho que hizo sonar las alarmas en el gobernante Partido Comunista de China. Tras 30 años de crecimiento desenfrenado, alimentado por el carbón, que cubre el 70% de sus necesidades energéticas, China sufre graves problemas ligados al cambio climático y a la contaminación.
El gigante asiático, la tercera economía del mundo, se convirtió en el principal emisor de los gases de efectos invernadero del planeta, por delante de EE.UU. Ambos países en conjunto suman el 40% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2).
Dado que el gigante asiático es el mayor contaminante, suena revolucionario el pronunciamiento que Hu Jintao hizo en la cumbre sobre cambio climático de la ONU. El Presidente chino ofreció crear en su territorio bosques tan grandes como Noruega y que en menos de una década el 15% de su consumo de energía provendrá de fuentes renovables. No solo eso: también se comprometió a dar “pasos resueltos y prácticos” para reforzar el uso de energía nuclear, mejorar el uso eficaz de energía y reducir “en un margen notable” la tasa de crecimiento de su contaminación por carbono en proporción con su crecimiento económico.
En suma, Hu habló de convertir a su país en una “economía más verde”.
Las ofertas de Hu, por otro lado, adquieren trascendencia, pues China y otros países emergentes se habían negado sistemáticamente a adquirir compromisos para reducir sus emisiones de CO2.
“Es la primera vez que China presenta sus compromisos nacionales frente a la comunidad internacional”, señaló el ministro francés de Medio Ambiente, Jean-Louis Borloo. En la reunión internacional sobre cambio climático, que se realizará en Copenhague, en diciembre, China precisará más su oferta de volverse “más verde”.