Pekín, AFP
En un contexto marcado por la condena a prisión del ejecutivo de Río Tinto y los problemas de Google, las empresas extranjeras estiman cada vez más difícil trabajar en China debido a los recovecos administrativos, a la opacidad legislativa y a un tratamiento no equitable.
Treinta años después que China se abriera a los inversionistas extranjeros, las compañías internacionales se quejan de leyes costosas, de reglas que dan ventajas a sus homólogos locales y de un nacionalismo creciente, al punto que algunos se cuestionan sobre el futuro de la tercera economía del planeta.
“Por primera vez, la comunidad de negocios extranjera ve que las oportunidades hacia el futuro se hacen más escasas, aun cuando goza de buena salud” en este mercado, destacó James McGregor, de APCO Worldwide, especialista de la comunicación estratégica.
Esta situación se agravó por el aplomo que adquirió China después de la crisis financiera del año pasado, añadió John Lee, asociado al Centro de Estudios Independientes de Australia. El gigante asiático creció 8,7% el 2009, un año de crisis para Europa y Estados Unidos.
Los obstáculos que encuentran las empresas extranjeras en los mercados chinos -Google es un buen ejemplo- muestran que China “ya no tiene el sentimiento de necesitar como antes de Occidente”, según Lee.
Si bien todos los grandes actores del planeta están presentes en China, en todos los terrenos, la confianza está ausente, como lo muestra un estudio de la Cámara estadounidense de comercio en China, de la cual un 38% de sus miembros siente que ahora son menos bienvenidos en el mercado chino. Ese porcentaje era de 23% en el 2008.