La afrodescendiente Cristina Ruales lidera la organización de su pueblo. Ella tiene tilapias. Foto: Lilia Arias / El Comercio.
Son alegres, trabajadores y su gastronomía es apetecida en el cantón lojano de Catamayo. Los afrodescendientes estuvieron en los primeros habitantes de este poblado, que se destaca por su producción agrícola.
En la actualidad son minoría y su número se reduce paulatinamente. Salvador Sánchez, de 85 años, es uno de los últimos afroecuatorianos de Catamayo. Él vende limones y semillas de culantro en el Mercado Central. Es carismático.
Sánchez dice que sus abuelos se radicaron en este cantón atraídos por su clima y porque los hacendados ofrecían trabajo. “Con el paso de los años, mi gente se fue porque ya no hubo trabajo ni casas para vivir”.
En el Censo de Población y Vivienda del 2001 se contabilizaron 3 050 personas, entre afroecuatorianos y afrodescendientes en esta jurisdicción. En el último censo del 2010 fueron 1 960, que fue el 6,4% de la población del cantón.
El año pasado, el Municipio realizó el registro de 1 800 afrodescendientes. La mayoría vive en los barrios de La Vega y Trapichillo donde las calles son polvorientas. Hay pocas casas de hormigón y sus habitantes se dedican a la venta de alimentos y productos agrícolas.
Victoriano Albito es un experto en desarrollo comunitario rural. Él publicó el estudio Cultura Popular de los Negros de Catamayo. Allí, detalló las costumbres y forma de vida de este pueblo, que se radicó en Catamayo en 1850.
Según él, la disminución de los afrodescendientes se debe, particularmente, a su forma de convivir en la comunidad. “Ellos a diferencia de los indígenas, nunca se asociaron para tomar decisiones y ayudarse, pero sí lo hacían para las fiestas. Por eso no se encuentra una organización fortalecida”.
Él explica que una gran cantidad de afroecuatorianos se trasladó hacia las provincias de El Oro, Guayas y Santo Domingo de los Tsáchilas.
Otro de los factores para la reducción de esta población es la falta de identidad. “Ya no quieren ser llamados afro”, dice Cristina Ruales, presidenta de la Organización de Afrodescendientes de Desarrollo Cultural de Catamayo.
Esta organización, que tiene ocho años de vida, cuenta con 25 socios y solo cuatro son hombres. Ruales trabaja para que más personas se asocien y obtener beneficios y obras para sus barrios.
Mercedes Santos es parte de esta asociación y confirma el criterio de Ruales. Sus hijos dicen no pertenecer a este pueblo porque su padre es mestizo. “Nacen medio blanquitos y ya no les gusta ser parte de los afros… Eso también pasa en otras familias”.
La Organización de Afrodescendientes de Desarrollo Cultural de Catamayo solicitó al Municipio de Catamayo un terreno para edificar el museo de los afros y mantener su identidad en esta zona.
Según Ruales, aún no tienen una respuesta al proyecto. Su intención es edificar las chozas donde vivían sus antepasados y reproducir los utensilios que utilizaban en su diario vivir.
Hasta tanto, en la casa de Ruales, ubicada en el barrio Trapichillo, en el suroccidente de la ciudad, se conservan objetos como un molino de piedra, esteras de hojas de guineo, camas de carrizo, potos, machetes, lampas…
Ella dice que es una suerte de museo para contar parte de la historia de su pueblo. Para la alcaldesa de Catamayo, Janeth Guerrero, estudian la posibilidad de donar un espacio.
Otro de los distintivos de los afroecuatorianos es su gastronomía. Sus recetas como seco de chivo, estofados de pollo, res o cerdo… son las más solicitadas, particularmente en los restaurantes de Catamayo.
En el barrio La Vega, en el occidente de esta ciudad lojana, Olga Chávez prepara seco de chivo. Los domingos es el día más concurrido por los turistas para degustar de este plato. “La receta me dio mi abuela… y colocamos especias molidas en una piedra”.
Los afrosdescendientes también serán parte de otra investigación. En el Departamento de Cultura y Turismo del Municipio de Catamayo se trabaja en el levantamiento de la ficha histórica del cantón. Para cumplir ese objetivo se asesoraron con técnicos del Municipio de Loja.
Su idea es contar con las herramientas históricas para conocer cómo surgió Catamayo. Se prevé presentar la investigación en las fiestas de Catamayo que se celebran el 22 de mayo.