El Alcalde de la muy noble y leal ciudad de San Francisco de Quito ha ofendido a sus habitantes al pretender cobrarnos por el uso de la vereda, la cual pagamos con creces en los impuestos prediales y en las revisiones del ‘aire’. Es como si a él le cobráramos por el honor de ser nuestro Burgomaestre.
No contento con eso, ahora pretende subir el precio de la gasolina. Se olvida que somos el pueblo que se ha rebelado contra la imposición arbitraria de tributos, desde los tiempos de la Colonia, peor en estos tiempos del ‘after-shave’.
Él dice que no es pecado pensar como el primer mundo. Lo pecaminoso y sacrílego es aplicar la ley del embudo a los excelentísimos ciudadanos de Quito, que somos sus verdaderos patronos: impuestos del primer mundo, sueldos del tercer mundo; carros del primer mundo, calles del tercer mundo.
Ya que tiene recelo de exigir plata al Presidente, al menos debería crear la Lotería Nacional de Quito, aprovechando la predisposición del Ejecutivo. O que paguen en las planillas de luz de Guayaquil un aporte para las vías de Quito. Eso en retribución a lo que antes pagábamos en Quito por el agua de Guayaquil.
Como eso no van a hacer nunca, pues es más fácil que paguen los que siempre hemos pagado por todo en este país, propongo recoger firmas para que se acorte la desgracia, digo, el período de la Alcaldía actual.