Redacción Mundo
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¿Dónde estaba usted el 9 de noviembre de 1989?
Estaba en Berlín Occidental. Era estudiante de Ciencias Políticas y Periodismo en la Universidad Libre de Berlín. Estaba en un bus, cuando escuché a todos gritar que abrían el Muro. Era una noche fría. La notificación oficial se dio a las 19:00. Como a las 21:00 se conocía la noticia en toda la ciudad.
¿Por qué está aquí?
Su experiencia. PhD en Relaciones Internacionales. Estuvo en Berlín el 9 de noviembre de 1989, cuando se abrió el Muro.
Su punto de vista. Considera que la reunificación alemana sí fue positiva. Piensa que el pueblo alemán se ha esforzado para igualar las oportunidades para todos.
¿Hubo antecedentes o fue una sorpresa?
Un mes antes, alemanes de la República Democrática Alemana (RDA) se refugiaron en la Embajada de la República Federal Alemana (RFA) en Praga. Checoslovaquia les dio permiso para cruzar su frontera hacia la RFA. Y sucedió el milagro húngaro. Prácticamente, debemos la reunificación alemana a Hungría, que abrió sus fronteras y a través de su territorio cruzaron los alemanes orientales.
¿Cuál fue su reacción?
Como en las semanas anteriores hubo mucha tensión, sentí alivio y alegría. Como había visto filmaciones clandestinas sobre las protestas en la RDA, temía que los policías orientales fueran muy violentos, como ya lo fueron en el pasado. Sabía que estaba viviendo un momento histórico.
¿Y los habitantes de Berlín, qué sentían?
Estaban felices. Había una sensación de irreversibilidad de lo que estaba pasando. Anteriormente hubo también fugas de unos pocos del Este al Oeste. Pero ese día eran miles y sabíamos que ya nada volvería a ser como antes. Era un símbolo obvio de que el mundo estaba cambiando.
¿Qué hicieron usted y sus compañeros ese momento?
Nos dirigimos a uno de los cruces del Muro. Allí recibíamos con abrazos a la gente que venía del sector oriental. A medianoche empezó la salida masiva. A la mañana siguiente, comenzaron a llegar familias enteras en carros (¡esos viejos Trabant!).
¿Cómo reaccionaron los guardias orientales?
Al principio estaban confundidos. Después dejaron pasar de uno en uno, aunque con una marca en sus pasaportes (después nos enteramos de que la intención era no dejarlos volver). Luego, solo veían los pasaportes. Finalmente, se hicieron a un lado y dejaron pasar a todos. Esos guardias orientales se abrazaban ese día con sus antiguos enemigos, los policías occidentales.
¿Qué es lo que más recuerda de esa histórica jornada?
La felicidad de todos, pero especialmente las de quienes cruzaban por primera vez a Berlín Occidental. Era entonces política de la RFA entregar un billete de 100 marcos a los alemanes orientales que llegaban por primera vez a occidente, como bono de bienvenida. Eso, para muchos de ellos era bastante dinero. Abrazaban el billete. A medianoche, las discotecas del sector occidental sacaron sus parlantes a las calles y empezamos a bailar. ¿Cómo le explico? ¡Es como si el Ecuador ganara la Copa del Mundo!
¿Cómo se veía el Muro en Berlín?
Como algo horrible. Decíamos que Berlín era una isla y no exagerábamos. En algunas partes, el metro de Berlín Occidental (construido antes de la II Guerra Mundial) atravesaba el territorio de Berlín Oriental, pero en esas partes las paradas estaban clausuradas. Es difícil acostumbrarse a vivir en una ciudad dividida.
¿Ha sido positiva la reunificación alemana?
Ha sido positiva. Eso no significa que no haya tenido problemas y cálculos errados. Un error fue pensar que la asimilación iba a ser instantánea. No fue así, se necesitaba un cambio total. Creo que ha sido un esfuerzo enorme el del pueblo alemán, especialmente en igualar las oportunidades para todos. Aún hay diferencias. Al fin y al cabo, la RDA vivió más de 40 años con un sistema muy diferente. Pero las últimas estadísticas demuestran que algunas partes de la ex RDA están alcanzando al fin el nivel promedio de la RFA.
¿Por qué celebran los alemanes la reunificación alemana (3 de octubre de 1990) y no la caída del muro (9 de noviembre de 1989)?
La caída del Muro de Berlín es una fecha muy importante en nuestra historia, pero lamentablemente coincide con una fecha de triste recordación para Alemania.
El 9 de noviembre de 1938 ocurrió la Noche de los Cristales (Kristallnacht), la peor jornada colectiva de persecución contra los judíos. Por eso, el pueblo acordó no hacer de ese día una fiesta nacional.