Betty Jumbo. Editora
Los cinco caminan apresurados y ahuyentan el polvo con sus manos por la carretera de lastre en Guasinviní Bajo. Llevan palas y azadones sobre sus hombros.
Luis Cuchipe, su esposa Elsa Pastoña, su hermana María, su papá Pedro y su cuñado Andrés Ayalá van a construir un baño en la minga de la escuela.
Las otras agencias
El Banco Nacional de Fomento tiene 134 agencias y sucursales en todo el país. 35 se crearon entre 2008 y este año, de las cuales, 17 se inauguraron entre enero y el 22 de abril. Hay planes para crear 11 más en 2009.
El gerente del banco, Edgardo Mármol, expresó que en cada una se invirtieron de USD 40 000 a 50 000. Las agencias funcionan en locales arrendados, en comodato con municipios y pocas tienen local propio.
En cada agencia trabajan entre cinco y seis personas, que son nuevos empleados del banco.
No todas las oficinas funcionaron de inmediato, porque la instalación de los sistemas informáticos y la capacitación de los empleados tomó tiempo.
Luis se detiene y conversa. Hace cinco semanas fue a pedir un crédito a la agencia del Banco Nacional de Fomento, en Sigchos, para comprar tierras.
Le dijeron que regresara este mes, porque en ese entonces no atendían ese tipo de trámite. Se inauguró el 22 de abril pasado, durante la campaña electoral.
Esta semana recién se instalaron los sistemas informáticos para atender a los clientes en la entrega de créditos, apertura de cuentas, pago de préstamos que se hicieron antes en Latacunga, transferencias de dinero, pago del Bono de Desarrollo Humano y otros servicios. La agencia es una de las 35 que se crearon entre 2008 y en lo que va de este año.
Desde que se abrió hasta el jueves último solo recibió solicitudes de crédito, que fueron tramitadas en Latacunga, según el jefe encargado de la agencia, Héctor Pacheco. Él y su compañero, José Luis Jami, reciben a los campesinos en una amplia oficina, amoblada y equipada.
Mide cerca de 40 m² donde hay cinco escritorios con sus respectivas computadoras Dell, cuatro sillas para la espera de los clientes y dos ventanillas. Hasta la semana pasada se ocupaban dos escritorios, los de Crédito y Servicios Bancarios. El lunes llegaron seis empleados más para las otras áreas.
Todo es nuevo, desde la pintura de colores amarillo y verde pálido de las paredes, hasta las baldosas del piso. Una vecina les arrienda el local.
La agencia está en las calles Guayaquil e Illiniza, en el centro de la pequeña ciudad, de 1 800 habitantes. Los 22 000 pobladores restantes están regados en las comunidades rurales.
Atiende desde las 08:30, pero los lunes lo hacía una hora más tarde, porque los dos oficinistas viajaban desde Latacunga con los créditos aprobados o los trámites adelantados de los clientes. Los viernes iban a la capital cotopaxense llevando las carpetas recogidas durante la semana.
Mientras llegaban los funcionarios, un policía informaba a los campesinos o les pedía que regresaran una hora más tarde.
Los Cuchipe son agricultores de morocho, fréjol, maíz, zapallo, zambo y cebolla de esta comunidad de Sigchos, uno de los cantones más alejados de la capital cotopaxense. Está a 3 000 metros, en las cumbres de la cordillera occidental de Los Andes.
Para llegar a Sigchos hay que subir por una vía polvorienta, llena de huecos y solo un pequeño tramo asfaltado y empedrado. El ascenso es espiral y toma tres horas desde Quito en un carro todoterreno y puede demorar una hora más en bus. Sigchos es un poblado de calles adoquinadas, casas de bloque y unas pocas de adobe.
Luis Cuchipe es un joven de 26 años, delgado y alto. Con su mano derecha apunta los cultivos de su papá en la pendiente. Las hojas del maizal brillan con el sol veraniego de las 07:00 del último martes de mayo.
El cielo es azul y los Illinizas se divisan con su manto blanco salpicado de manchas negras. Innumerables montañas, unas vírgenes y otras hechas de retazos, aparecen en el callejón y sus ondulaciones no tienen fin. Trabaja la tierra del papá, pero quiere tener su parcela para sembrar papas y habas.
El papá será garante con sus tierras y volverá en estos días a la oficina para solicitar el préstamo. Los Cuchipe, todos con las infaltables botas negras de caucho, siguen caminando hasta perderse en la vía polvorienta. Tienen una hora de recorrido a pie, allá no hay transporte.
En la misma vía, a 10 minutos, siete de los 14 campesinos que integran la Asociación de Mujeres de la comunidad Aliso quitan con el azadón las malezas del cultivo de papas.
Son cuatro mujeres y los esposos de las socias que ese día no pudieron asistir a la minga. La hija de Clemencia Catota, una de las integrantes del grupo, se interesa en un crédito para comprar ganado para engordar. A ella también le pidieron que regresara este mes.
Préstamos para ganado
La agencia del Banco Nacional de Fomento de Sigchos funciona con todos sus servicios desde el jueves último. Héctor Pacheco, jefe encargado, dice que esta oficina se creó porque el 40% de los préstamos que se dieron en la sucursal de Latacunga procede de este cantón.
La zona es ganadera y agrícola. El 80% de los créditos es para comprar ganado de engorde y de leche, 8% para agricultura y el resto para otras actividades.
La agencia tiene una cartera de USD 3 millones. En abril se atendió a 270 personas y en mayo a más de 480. El promedio de créditos es de USD 5 000, pero ha habido clientes que han pedido hasta 20 000.