En Brasil, anualmente unos 50 000 ataques sexuales se registran en este país, aunque la mayoría no son reportados. Hace tres semanas, el video en el que una menor de 16 años aparece desnuda y desmayada tras haber sido atacada en una favela de Río de Janeiro, reveló un fenómeno: las violaciones colectivas y el uso de drogas para someter sexualmente a las mujeres van en aumento y se festejan en las redes sociales.
Frente a este drama, el fotógrafo Marcio Freitas, junto con la organización Río da Paz, expuso en la playa de Copacabana la muestra ‘Nunca me callaré’, compuesta por fotografías de 2 metros de alto por 2 metros de ancho, que intentan relatar la angustia sufrida por las víctimas de abuso.
La instalación está acompañada de 420 bragas blancas y rojas que simbolizan el número de violaciones que ocurren en Brasil cada 72 horas. La exposición fue también a Sao Paulo.
Para los creadores del ensayo fotográfico, tan importante como combatir el abuso es exigir acciones preventivas y políticas de educación. Asimismo, la muestra apela a la necesidad de que la violencia de género deje de ser naturalizada y es una invitación a evitar que tras una violación la víctima sea juzgada como culpable.