En la actualidad no existen regulaciones para la permanencia de los visitantes que llegan cada año al florecimiento de los guayacanes en Zapotillo, Loja. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
La promoción del florecimiento de los guayacanes en el cantón fronterizo de Zapotillo, en el sur del Ecuador, empezó en el 2012. Siete años después, aún no cuenta con un plan de manejo ambiental para ordenar el turismo y proteger las especies.
Este cantón lojano tiene una reserva de 40 000 hectáreas de guayacanes y la mayor reserva de estos árboles está en las parroquias de Mangahurco, Cazaderos y Bolaspamba, hasta donde cada año llegan más visitantes.
En el primer año de promoción arribaron menos de 2 000 y en diciembre pasado alrededor de 20 000, casi la misma cifra del florecimiento anterior, porque la primera lluvia de invierno se adelantó un mes, porque generalmente ocurre en enero.
El paisaje se pintó de amarillo intenso la última semana de diciembre de 2018. Eso fue aprovechado por los turistas para caminar, hacer picnic debajo de los árboles, ciclismo o pasear en caballos. Los lugareños improvisan puestos de comida y hospedaje en sus casas.
Para Osman Romero, presidente de la Junta Parroquial de Mangahurco, todas estas actividades deben regularse para no afectar la vida de las especies en este ecosistema sensible y que es parte del área del biósfera.
En este bosque seco viven mamíferos como los tigrillos, ardillas, monos, venados, zorros y aves como loros y gavilanes. En flora hay árboles gigantes de petrinos, ceibos, charán, angolo, palo santo, barbasco, entre otros.
Visitantes llegan cada año al florecimiento de los guayacanes en Zapotillo, Loja. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
El Plan de Manejo Ambiental que incluye a las tres parroquias ya fue contratado y deberá estar listo hasta mayo de 2019. El mismo determinará áreas específicas para actividades como acampar, senderos para caminar, área para la venta de comida y áreas de estacionamiento.
Pero también algunas restricciones respecto al acercamiento de los turistas directamente a los árboles. Hay visitantes que trepan a los árboles para fotografiarse y en ocasiones rompen las ramas generando un daño, dijo César Augusto Caraguay, técnico del Ministerio de Ambiente de Loja.