Santiago Cueva y su esposa Andrea Navarro con la pequeña Lucía Suzanne, que nació el 5 de mayo. Foto: cortesía.
Desde el 25 de septiembre del 2020, la bebé Lucía Suzanne, de cinco meses, está en casa con sus padres Santiago Cueva y Andrea Navarro, de 36 y 33 años. Los primeros días no fueron fáciles, estaba acostumbrada a los ruidos de las máquinas y a la luz del área de Neonatología del Hospital Carlos Andrade Marín, del Seguro Social.
El 30 de abril, en medio de la pandemia, su madre Andrea llegó a la Unidad de Alto Riesgo Obstétrico. Y el 5 de mayo, a través de cesárea, Lucía vino al mundo. En el embarazo hubo una complicación, la nena tuvo una restricción de crecimiento intrauterino, ya que no recibía suficientes nutrientes por un problema en las arterias de su mamá.
En controles médicos continuos les advirtieron que el embarazo era de alto riesgo y que el desenlace dependería de la nena y de la atención médica que reciba. “El tema emocional fue muy duro. Desde que nació sentíamos temor de que pasara algo con su vida. Siempre nos encomendamos al profesionalismo de los médicos del hospital”, relató Santiago, este martes 6 de octubre del 2020.
Cuando su esposa ingresó al Carlos Andrade Marín, Santiago se quedó afuera, angustiado y con incertidumbre. Al siguiente día un médico le comunicó con él y le informó que la estaban examinando y que le harían una cesárea.
El 4 de mayo le enviaron una fotografía, que le provocó un choque de emociones. Por un lado estaba muy alegre, pero por otro, sabía la condición en la que había nacido la nena. Y el riesgo que corría al estar intubada. “No poder verla fue muy triste para mí y para mi esposa. Luego de 95 días de nacida, Andrea tuvo la oportunidad de estar junto a ella, cuando salió para una operación con láser, derivada a un hospital privado, para tratar la rinopatía del prematuro”, recordó el padre.
Santiago también pudo conocer a su hijita Lucía, en uno de los controles, para confirmar que la operación en los ojos, había sido exitosa. “Pude tenerla entre mis brazos por primera vez. Fue un sentimiento inexplicable, estaba más recuperadita en relación con la imagen que tenía en las fotos que nos habían enviado. Me emocionó tanto poder tocarla, sentirla. Le pusieron un colirio que hizo que llorara y eso me desgarró el alma. Duele ver a una hija con asistencia respiratoria“.
Lucía Suzanne nació a las 30 semanas (lo usual suele ser entre las 38 y 40 semanas). Pesó 640 gramos. Por eso, Santiago comenta que los médicos siempre les prepararon para recibir una mala noticia. Pese a ello, él cada día trataba de animar a su esposa, le pedía pensar de forma positiva y reconocer cada avance de la nena. “No quería que decayera, estaba desconsolada por no poder tenerla en casa, amamantarla. Pasaba sufriendo y llorando ya que nos enterábamos de complicaciones, por ejemplo pulmonares, de la piel o del estómago”.
Por ello se emocionaron mucho cuando les anunciaron que muy pronto la nena Lucía podía ir a casa. Pasa con la madre, abogada como el padre, todo el día. Aún necesita usar una cánula de respiración, pero ya pueden abrazarla, darle su amor. Se mantienen en aislamiento, sin visitas, como les recomendaron los médicos del Hospital Carlos Andrade Marín. Ellos se encariñaron con su hija, aseguran los padres, por eso les agradecen.
“Me siento completa, siento que mi corazón volvió a estar unido. Ahora intento recuperar esos cinco meses que no la puede cuidar”, anota su mamá Andrea Navarro.