El artista que dibuja con ácido
Todo empezaría con un boceto sobre un papel. Luego habría que perfeccionarlo, borrar, volver a dibujar, corregir el trazo... la idea.
Pero Fernando López evita el papel, prefiere hacer el dibujos de sus grabados directamente sobre la plancha con la que va a trabajar.
Entonces empiezan a aparecer paisajes urbanos, rostros y naturaleza. Poco a poco, en un proceso que puede tomar un mes de trabajo, entre imprimir y corregir, probar cada color, luego las sombras. Así, poco a poco van apareciendo en los grabados las luces amarillas de la ternura en el abrazo de una madre a su hija, o los reflejos rosados del pelo de una mujer y su pareja en un beso interminable. Es cierto, como dice el artista, que influyen los estados anímicos del creador de la obra, por eso a veces los colores no fueron escogidos acertadamente, pero gracias a la naturaleza del trabajo eso se puede nivelar y corregir para que el resultado final sea único, aunque sí repetible porque se trabajan series de grabados, aunque ninguno excede los 100 ejemplares. La bondad del grabado es que permite repetir un mismo trabajo infinidad de veces, pero López considera que es una característica del arte del grabado y si se la pasa por alto puede convertirse en una artesanía.
Pero no siempre trabaja con colores, a López también le gusta grabar con blanco y negro, los utiliza para que el contraste que se logra llegue con más fuerza a los que observan la obra. Normalmente, explica el artista, el blanco y negro es una técnica que se utiliza para los temas de denuncia social.
Pero lograr el tan mentado instante final no ha sido fácil, y ese proceso en el que se aprecia cómo cambia el grabado en general tan solo con unas líneas de textura es lo que López presentó en la Casa de la Cultura.
Para este grabador experimentado, los procesos son importantes para la obra, y exhibirlos es importante para la gente, para que vaya conociendo cómo se hace un grabado y una estampa, para que vaya familiarizándose con esta técnica artística que se ha desarrollado desde hace muchos siglos.
La temática que aborda López es variada, va desde las emociones humanas, la denuncia social, pasa por el paisaje urbano, algunas obras recuerdan al famoso pop art. También existen obras que recrean la naturaleza y la fantasía. Por ahí también están las obras que le rememoran instantes más felices como el cuadro de una niña adolescente. No es su hija, pero ella fue el motivo del cuadro. Lo desarrolló porque quería que se mantuviera vivo el instante de vida que su hija estaba pasando. También trabaja bastante con flora y fauna, porque las aves y peces son elementos que demuestran paz y libertad y son animales en cuyo interior se desarrolla la vida, que se resisten a ser maltratados o mutilados por la mano del hombre, quien comete grandes desastres en contra de la naturaleza y su propio hogar.