París fue el escenario sangriento. El mundo civilizado se crispó por la matanza. 12 periodistas del semanario satírico Charlie Hebdo pagaron con su vida la osadía de pensar con ironía y expresarlo con desenfado. Libremente.
En el segundo atentado terrorista que sufre esta revista ( hubo uno en 2011) murieron cuatro de los mejores caricaturistas de Francia. El pecado: haber dibujado al profeta Mahoma en circunstancias que para un grupo integrista radical era ofensivo. La afrenta se la cobraron en nombre de Alá y del profeta, vengándolos con sangre.
La brutal masacre es una más que encabezan terroristas contra Occidente. Todo ocurre mientras en Siria e Iraq sigue el grupo terrorista islámico Isis en su batalla por conquistar el poder e imponen un califato radical. Para su propósito no se han detenido en matar a sangre fría y transmitir sus ejecuciones por las redes sociales. Mientras, en África, Boko Haram, de esa misma tendencia, con prácticas atrabiliarias y brutales de supuestos iluminados, sigue con su devastación.
La advertencia de un choque de civilizaciones ya la hizo hace rato el experto Samuel Huntington, en un libro premonitorio.
La penetración musulmana en Europa fue motivo de una acre crítica de Oriana Fallaci en sus últimas obras. Hubo quienes la sintieron excluyente y discriminatoria. Pero ver un riesgo en los minaretes más altos que las cruces, en la prohibición de signos cristianos en las escuelas italianas, en nombre de un laicismo universal, era un signo de alerta.
Hoy mismo (11 de enero) habrá una cumbre en París contra el terrorismo. Hoy mismo, también, millones de ciudadanos de buena voluntad marcharán en esa ciudad en repudio por la matanza de los periodistas de Charlie Hebdo. En la marcha irán muchos musulmanes que condenan este tipo de actos.
Esta semana, Charlie circulará con 1 millón de ejemplares y se espera una solidaria respuesta. La torre Eiffel, símbolo de la ‘Ciudad Luz’, está a oscuras y llora por la herida mortal a la libertad.