Álvaro Samper vive hoy la tarde más importante de su vida taurina

Ana María Carvajal

Mientras Álvaro Samper está toreando, su madre está en la iglesia, orando por él. Su padre lo acompaña a la plaza, aunque los nervios sean inevitables y le dejen sin aliento. Cada olé de la afición termina siendo el oxígeno que la tensión le roba.

HOJA DE VIDA
 Álvaro Samper
Álvaro Samper  nació en Quito el 8 de junio de 1983. Desde pequeño tuvo muy clara su vocación taurina.
Su debut  oficial  fue el 5 de agosto de 2004. El 26 de septiembre de 2007 debutó en la plaza madrileña de Las Ventas. En esa tarde fue  herido en el muslo derecho.Álvaro Samper padre está orgulloso de su hijo. Pero aún recuerda que la noticia de que el muchacho quería ser torero le cayó muy mal. ¿Qué padre no haría lo que fuese para proteger a su hijo?,  explica convencido.

Álvaro padre hizo todo lo posible para cambiar el destino de su vástago. Hasta le   mandó  a estudiar en los Estados Unidos  a ver si desechaba esas ideas locas. Pero no fue así. Lo de
Álvaro hijo no era una idea descabellada o una simple novelería; era una pasión que heredó de su abuelo, Ramiro Campuzano, un ganadero de reses bravas de toda la vida y  dueño del hierro de Atocha.

El sábado, en el  inicio de la Feria de Quito Jesús del Gran Poder, ambos caminaban por los exteriores de la plaza junto a El Judío, su mozo de espadas. Estaba a dos días de su alternativa y trataba de definir sus sentimientos frente a tal acontecimiento:

“Es una cosa muy bonita, muy emocionante y es con lo que los toreros soñamos desde que empezamos. Gracias a Dios, tengo la suerte de tomar la alternativa junto a dos figuras del toreo (El Fandi y Sebastián Castella). En la ciudad que me vio nacer taurinamente  y junto a un  público tan querido como el de Quito”.

Los primeros años fueron de conocimiento, de preparación, de adentrarse en los secretos del arte  como novillero. Recuerda con especial cariño su debut en la plaza de toros Belmonte, la noche del 5 de agosto de 2004, en un festival.

Luego vinieron muchos retos, incluidos los que tuvo como parte del cartel de la Feria de Quito.

Su intención de tomar la alternativa hace dos años quedó truncada cuando  una lesión en la rodilla le obligó a parar. 

Pero accidentes como esos no han minado su voluntad sino motivado a seguir. Por eso recuerda con alegría la oportunidad que tuvo de actuar en la plaza de toros que define como la más importante del mundo: Las Ventas, en Madrid, el 23 de septiembre de 2007. “Aunque el toro me golpeó fuertemente, la satisfacción de un logro como ese es inigualable y borra cualquier mal momento”.

Álvaro Samper describe a su estilo en el ruedo como clásico y ecuatoriano. Sabe que aún tiene mucho que aprender. Por eso, cuando tiene la oportunidad, no duda en presenciar los festejos de grandes toreros como el maestro Enrique Ponce, por quien tiene una especial admiración. Para él, verlo torear es todo un deleite. “Es como si se estuviese frente a una enciclopedia. Tiene muchos matices técnicos. Hay mucho que tener en cuenta de su trabajo”.

Para Samper  estas serán las mejores fiestas de Quito de su vida. Sabe que existe un movimiento antitaurino creciente. Incluso,  ha recibido varios ataques verbales,  pero está consciente de que eso es parte de la profesión. Él considera que la feria  Jesús del Gran Poder es parte vital  de las celebraciones capitalinas.

Su padre lo define como un hombre religioso, que oye  misa el día de la corrida o un día antes. Allí se encomienda a Dios para tener un buen festejo. 

También confiesa que el miedo es fuerte pues su  hijo, hasta ayer un novillero de 26 años, empieza hoy una nueva etapa, la definitiva, por la que luchó tanto.

Álvaro Samper se gradúa hoy de matador. David Fandila, El Fandi, le entregará la  alternativa, Sebastián Castella será el testigo, y el público quiteño  recibirá esperanzado a un nuevo torero de la tierra.

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