En minga comunitaria se fundió el piso. La tarde del pasado miércoles, Norma Condo, de 24 años, miraba la construcción y emocionada contó que faltan dos meses para estrenar su casa, que se levanta con manos solidarias.
Ella es madre de tres niños y la familia número 13 que recibirá una mediagua de interés social en Paute, cantón ubicado al oriente de Azuay, a 40 kilómetros de Cuenca. Ahí las familias viven de la agricultura, la floricultura y los viveros.
El proyecto nació durante la pandemia del covid, para asistir a familias que viven en condiciones de vulnerabilidad por extrema pobreza, abandono o desgracias ocasionadas por la naturaleza.
El alcalde Raúl Delgado cuenta que, al principio, el personal del Municipio se apoyó en pequeños emprendedores del cantón, pero al ser un territorio de alta migración buscaron la colaboración de migrantes y de varias fundaciones de Estados Unidos. Ellos aportaron directamente con maquinaria y materiales como varillas, cemento, bloques, techos, madera, baldosas, sanitarios, lavabos y más.
Cómo se califica a los beneficiarios
El requerimiento para la vivienda ingresa a la Alcaldía y de allí hacen una evaluación socioeconómica de la familia. La pareja de Condo la abandonó y para mantener a sus hijos trabajaba en unos viveros, pero ahora está desempleada.
Ellos viven hacinados, pagando USD 35 mensuales por un cuarto, porque sus ingresos no dan para más. Con la emergencia sanitaria tuvo meses que no tenía ni para el arriendo y por todo eso calificó para la vivienda.
Su padrastro le regaló un terreno de 40 metros cuadrados, en la comunidad de Belén. De allí todo se realizó en mingas: el arreglo del terreno lo hizo la Junta Parroquial de El Cabo, y el Municipio colabora con el material pétreo y con los técnicos.
Familiares, allegados y habitantes de la comunidad llegaron con picos, barretas, carretillas, lampas y otras herramientas y ayudaron a preparar, cargar y colocar el material en el piso, mientras Condo ha visto con alegría la colaboración de la gente.
Los migrantes benefactores
Condo no conoce a Armando Pérez, el migrante que está aportando con todos los materiales para la construcción de su casa, pero le agradece por su espíritu solidario con las personas más pobres. “Que Diosito le dé más”.
Pérez migró hace 30 años a Estados Unidos, donde tiene una empresa vinculada a la construcción. La primera casa de interés social se levantó en El Cabo, para la familia Rocano, y también tuvo la colaboración de Pérez.
Otras familias con casas
A este cantón, de unos 27 000 habitantes, lo atraviesan los ríos Cutilcay y Paute. En invierno es vulnerable a los desbordamientos, inundaciones, deslizamientos de tierra y afectaciones a viviendas. Diana Guachún vivía en un espacio entre palos y retazos de madera con sus cuatro hijos. En invierno, el frío y el agua ingresaban sin piedad, por lo que la salud de los niños se afectaba y sus vidas estaban en riesgo constante.
El año anterior -con la ayuda de la Fundación United Aliens Artists- construyó una nueva casa en Copzhal, en la parroquia Chicán. Ahora, el hogar de Guachún cuenta con dos dormitorios, sala, cocina y baños.
Otras beneficiarias son Rosa Torres, de Guarainag, y Angelita Paguay, de Tomebamba. Ellas dejaron atrás covachas deprimentes, en donde sus niños dormían en el piso de tierra.
Paguay considera que una vivienda digna es el primer paso para luchar contra la pobreza.