Mantener una política de Estado en todos los gobiernos que van sucediéndose no es precisamente una característica de los países del Tercer Mundo, es decir de aquellos que con las patadas de ahogado que dan se van hundiendo más en el pantano del subdesarrollo.
Es en el campo de la salud pública en el que se ve con claridad meridiana la importancia de identificar primero y mantener en el tiempo políticas que suponen logros de transcendencia indiscutible como resultan ser las encaminadas a prevenir enfermedades de gran incidencia y efectos devastadores. En esta línea se inscriben el saneamiento ambiental, la atención primaria de salud (agua potable, la atención de la embarazada y de la madre y el niño, vacunación) y la prevención de los desórdenes por deficiencia de yodo (DDY) por medio de la sal yodada. Se suma, como política de Estado, el control de la anemia con el fortalecimiento de la harina de trigo con hierro.
Venciendo toda suerte de vicisitudes el Programa de Control de los DDY se ha mantenido con gran dinamismo y más desde cuando el Dr. David Chiriboga llegó al MSP. Como es bien sabido tales desórdenes (bocio, cretinismo, etc.) eran un grave problema de salud pública especialmente en la Sierra y de impacto mayor en las comunidades indígenas dadas sus lamentables condiciones socio-económicas, aislamiento incluido. Al presente la inmensa mayoría de la población ecuatoriana consume sal yodada. Lo que queda para llegar a la totalidad resulta ser lo más imperioso: que la sal yodada llegue a todos los indios, que desaparezca de sus hábitos ancestrales el consumo de sal en grano, la cual no contiene yodo.
Es con tal propósito que en los últimos tiempos se han organizado reuniones con la participación de líderes indígenas y yachacs (médicos tradicionales) en Pelileo, Colta, Químiag, Machala, Quero y la última en Loja la semana pasada. La presencia de los yachacs ha sido decisiva para la concientización, al igual que la de figuras indias de enorme prestigio como Delia Cahuana y Luis Contento; la primera, puruhuay y el segundo, saraguro. En Loja como en los otros lugares citados, los que hablaban a nombre de los indios eran los propios indios, ya sin intermediarios.
En la cita lojana se tuvo conocimiento, documentado, que entre los huaoranis se daban casos de mujeres con bocios enormes y niños cretinos. Se trata de una comunidad indígena de la Amazonía en aislamiento voluntario que viven en plena selva, no consumen sal y se llega a contactar con ellos en avioneta o por trochas imposibles. Una vez que los huaoranis también son ecuatorianos, el Programa de Control de los DDY ha iniciado el envío por avioneta de quintales de sal yodada. La frecuencia de tales envíos llegará a ser trimestral ahora que se cuenta con los recursos.