Reseñas acerca de la construcción del refugio del Cotopaxi, de su ampliación, y también sobre la historia de otros refugios en los nevados del Ecuador, he podido releer en las ediciones 12 (enero de 1980) y 18 (enero de 1994) de la revista Montaña. Interesantes escritos que evocan épocas heroicas de ese noble deporte cuando, entre múltiples vicisitudes, las pesadas carpas de lona donde acampábamos no tenían piso, las bolsas de dormir eran gruesas cobijas cubiertas con un plástico y la lucha por alcanzar las cumbres andinas nos permitía vivir indescriptibles aventuras, de éxitos o de fracasos, pero siempre colmadas de gran idealismo.
Varios miembros de ese club de montañismo participamos directamente, con nuestras propias manos, en la construcción del refugio del Cotopaxi y somos testigos de cuánto significó, como obra y como ideal, esa magna obra.
El club de Ascensionismo del Colegio San Gabriel cumple, este año, 68 años. Quiero compartir dos párrafos como pequeña muestra del pensamiento de su máximo y perenne líder padre José F. Ribas S. J., de un editorial escrito por él cuando, en 1994, el club cumplió 50 años, nos contaba la razón de existir del grupo:
“El ascensionismo deber ser una escuela de amistad, de sacrificio, de guerra sin cuartel al egoísmo… El ascensionismo debe ayudar a todo joven que lo practica a amar y defender la naturaleza, a dominar su carácter, a templar su cuerpo y espíritu acostumbrándolo a la vida dura, a aguantar el cansancio, la sed, el calor, las molestias de todo género que la vida de marchas, campamentos y ascensiones lleva consigo”.
“Había que poner al hombre, al joven y al niño en comunión constante con la naturaleza, con los páramos, con las rocas, con los arenales, con las nieves de nuestros volcanes… Había que desconectar al niño y al joven de la comodidad del auto, de las diversiones, de la abundancia y de los mimos de la fortuna… Por todo eso nació el Ascensionismo del Colegio San Gabriel el Jueves de la Ascensión, 18 de mayo de 1944.
Allí se engloba la razón de fondo para haber levantado, en medio de la nada, el refugio José F. Ribas. Obra titánica, guiada, paso a paso, detalle a detalle, por ese sacerdote español y ecuatoriano, gran líder, maestro, educador y formador de juventudes en el Colegio San Gabriel de quien, con justicia, aquel refugio ostenta su nombre. La construcción cumplirá el año 41 de su inauguración el próximo 1ro de mayo.
Mientras el ideal del P. Ribas siga latente, mientras cualquier institución que se haga cargo del refugio se apegue fielmente a sus lineamientos, permaneceremos tranquilos; caso contrario, se habrá traicionado lo que con tanta convicción y tenacidad el P. José Ribas luchó por impregnar en las almas de quienes tuvimos la gran fortuna de ser sus discípulos.