Seis días de campo, “desconectado” de internet y TV, me han devuelto a la radio hablada. Escuchando Radio Pública del Ecuador y Radio HCJB de la Iglesia Evangélica, descubrí que eran muy parecidas. Para comenzar las dos tienen un alto contenido cultural, mucho más que cualquier emisora privada. Además, carecen de publicidad comercial y difunden solamente publicidad institucional. Y, por último, las dos emisoras se dirigen a la cofradía o hermandad, de feligreses de la Iglesia Evangélica o de la Revolución Ciudadana.
Las dos emisoras tienen predicadores que difunden los principios doctrinarios para mantener la fe de los feligreses. Ambas emisoras contratan o invitan a expertos en la difusión de principios religiosos o políticos. Las estrellas en la radio religiosa pueden ser Luis Palau, el Dr. Dobson o el Chema Reinoso. La radio política tiene sus estrellas, predicadores y predicadoras. Las dos emisoras difunden noticias especializadas en la religión o en la tendencia política y mantienen informada a la cofradía sin contaminación ni ambigüedad. No hay noticias anti religiosas en una emisora ni noticias de la oposición en la otra. Los feligreses saben que pueden escuchar tranquilamente ya que no hay nada que analizar, filtrar, debatir o juzgar; que pueden escuchar los niños, sin ningún riesgo. Una característica notable en las dos emisoras es el optimismo que emanan. Ambas están saturadas de contenidos positivos, de seguridad en el orden establecido. La religión ofrece respuestas a los problemas, consuelo a los sufridos y seguridad en el futuro. Todo tiene la garantía de Jesús que dejó escritas sus promesas en los libros sagrados, no hay resquicio por el que penetre la duda. En el caso de la cofradía política, es el Presidente quien garantiza las promesas, quien reparte bienes y señala enemigos.
Las emisiones contienen himnos, testimonios, lemas, optimismo y confianza. “Si Dios está con nosotros, quién contra nosotros”, dice una emisora; “Patria, avanzamos”, repite con frecuencia la otra. Se respira un aire de superioridad, una cierta conmiseración con los que están fuera, los que no han alcanzado la conversión. Son iguales, la única diferencia está en que una es financiada con contribuciones voluntarias y la otra con impuestos obligatorios; una busca sembrar valores espirituales, la otra ideología; una busca devotos, la otra , busca votos.
Es bueno que tengamos emisoras religiosas y emisoras políticas y que haya también emisoras privadas. Que se dirija cada una a su audiencia, que el ciudadano elija libremente la que más le guste. No está bien que se obligue a las emisoras a difundir propaganda ideológica o política del partido oficial, como estaría mal que se obligue a todos a escuchar los mensajes del Hermano Pablo.