Una de las preguntas centrales que se hizo Maquiavelo fue si la virtud era necesaria para ejercer la política. Concluyó que sí, que un político debía cultivar la prudencia y la astucia (o el cálculo).
Queda claro que el pensador florentino no estaba pensando en virtudes o cualidades que hicieran de un político un hombre moral. Para Maquiavelo, la política y la moral eran dos asuntos que jamás debían juntarse porque si lo hacían tendría resultados nefastos para el gobernante. (Perdería su trono y seguramente resultaría muerto).
Por tanto, un político virtuoso era, para este filósofo, alguien que conseguía sus objetivos utilizando todos los recursos que tuviera a mano -violentos o no; legales o no- para preservar el régimen constituido (una monarquía, en su caso).
El fin último de cualquier político no es buscar la justicia, sino alcanzar la gloria, es decir los máximos honores y poderes, decía Maquiavelo.
Siglos después, otro filósofo, Immanuel Kant, escribió su obra para refutar las ideas de Maquiavelo.
Kant dijo que la moral es superior a la política y que esta última debía subordinarse a la primera. Por tanto, un político virtuoso, decía Kant, era aquel que cumplía con su deber -con sus compromisos y obligaciones constitucionales y legales- sin reparar demasiado en las consecuencias que ello le traería. Detrás de esta idea está un Kant con un acendrado sentido de la justicia.
¿Qué tipo de virtud política está practicando el régimen de la Revolución Ciudadana? ¿Una virtud maquiavélica o una kantiana? La primera -la promovida por Maquiavelo- asegura resultados concretos y tangibles en el corto plazo, pero, en el largo plazo, provoca crispación y división.
La segunda -la virtud kantiana- es más difícil de ejercer porque requiere de mucho diálogo y consenso sin que haya garantía de que se produzcan los resultados deseados. Para que nos lleve a un buen final, la virtud kantiana exige coraje y moderación, dos cualidades escasas en el espectro político ecuatoriano.
Se ha venido cultivando la virtud maquiavélica exitosamente. Ha pasado reformas constitucionales y legales haciendo uso de recursos legítimos e ilegítimos; ha modificado instituciones a su antojo; y ha despachado de un plumazo a todos sus opositores.
P ero se nota, cada vez más, que existe un clima creciente de tensión que requiere un cambio de estilo político de parte del Ejecutivo. En una palabra, se debe empezar a cultivar la virtud kantiana en el ejercicio diario de la política ecuatoriana.
¿ Cómo hacerlo? Es hora de privilegiar los acuerdos y consensos entre todos los sectores del país.