Soy afortunada cuando por circunstancias de la vida me encuentro con jóvenes que me contagian orgullo por mi país, más del que ya siento por su riqueza natural y su gente, que aunque ya ha vivido muchos años de mal ejemplo en comportamiento sigue siendo amable y cortés. Necesito gritar a los cuatro vientos cuando un artista de la publicidad, del video, del cine, en este caso; me reasegura que sí podemos, que aún tenemos la fuerza para expresarnos libremente y ser grandiosos al hacerlo, tan así que podemos ganar importantes reconocimientos a escala internacional.
Me encontré con Felipe León, de 25 años, dedicado por los últimos tres, a dirigir y producir comerciales de televisión en Ecuador. Sus estudios los realizó en el Instituto de Cine de Madrid, donde obtuvo el título de director y productor de cine y televisión, además, una especialización en posproducción de cine y televisión. Ha realizado decenas de estudios complementarios. Sus estudios en realidad no han parado sino que continúan paralelos a sus creaciones y ejecuciones. De sus cortometrajes, cuatro fueron finalistas en el Notodo Film Festival de España y esto sólo como una pequeña muestra de su éxito internacional. Al momento se dedica a su primer largometraje que pronto, esperamos, tendremos el privilegio de apreciar. Si hago un listado de sus premios, no me alcanza la página del diario y a esta corta edad, ha logrado muchos.
Ahora trataremos solo de los últimos dos, cuando se presenta en el Festival de Publicidad de Cannes, paralelo al otro, el más popular, el de cine y sobre el cual, los comunes ciudadanos más escuchamos, allí ganó a año consecutivo, en el 2012 y en el 2013, un León de Bronce, respectivamente. Convirtiéndose no sólo en el primer ecuatoriano en ganar este galardón, sino en el primero en hacerlo en años consecutivos. Las publicidades que le brindaron el triunfo fueron el caso Alzheimer y el caso Záparo, respectivamente. No puedo dejar de recomendar que entren al Internet y los vean, se emocionen, como me sucedió a mí viendo, en un caso lo que nos puede suceder a cualquiera, enfermarnos y entender lo que aquellos que ya la tienen, deben vivir a diario. En el segundo, emocionarse por la humanidad, el presente y el pasado en pocos minutos de compartirnos.
Orgullosos los ecuatorianos por estos logros de productores independientes que nos ponen en el mapa mundial, por los Felipe León que se expresan con libertad y sin límites y nos llevan a universos en los que poco o nada se escucha de Ecuador. Los medios no les brindan espacio, pero: ¡vivan los leones de bronce! Bien que alguien puede practicar su derecho natural de libertad de expresión, mientras, para otros, estas palabras son las nuevas crónicas del diario vivir que podremos publicar sin riesgo alguno.