Édgar se identifica como Hopas. Es hijo oyente de padres sordos y recuerda que con sus manos expresó las primeras palabras que todo niño aprende, como mamá, ese tierno gesto en el que se acerca con suavidad la palma a la mejilla, como en una caricia.“Esta es nuestra identidad -dice con convicción-. Nuestro primer idioma es materno y es la lengua de señas.
“Aprendimos a hablar primero en lengua de señas y después en español”. Él no ha visto ‘CODA’ -la ganadora del Oscar de este año-, pero por los comentarios sabe que la historia coincide en parte con la suya. ‘CODA’ tiene el mismo significado de Hopas, solo que en inglés, y es un reflejo de las barreras que se puede superar en familia, barreras que día a día derriban y que día a día reaparecen.
Fernando ha luchado contra ellas por años, hasta lograr con su liderazgo dar pasos firmes a favor de la comunidad en el país. Gabriela se ha enfrentado a ellas desde que era niña, hasta obtener su título universitario; aunque sigue buscando un empleo ligado a su profesión. Ronald ayudó a dar un salto en las comunicaciones entre sordos y oyentes, a través de un sistema que funciona como ‘call center’ con intérpretes de señas disponibles las 24 horas. Y José Miguel las rompe cada vez que salta al agua para competir y llenarse el pecho de oro en campeonatos de natación locales e internacionales.
Luchamos con las mismas barreras – Fernando Viera
A propósito de ‘CODA’, al menos hace 140 años la comunidad sorda de Estados Unidos se decidió a luchara para salir adelante. Aquí en Ecuador aún hay muchas personas oyentes que no nos comprenden y nos ponen barreras.
Piensan que no podemos, pero nosotros estudiamos, trabajamos, nos comunicamos con nuestras manos. Solo necesitamos que rompan esas barreras que nos imponen. Tengo 63 años y he venido luchando contra las mismas barreras. Yo fui a la escuela, pero no pude estudiar en el colegio.
A los 18 años hice un curso de mecánico industrial en el Secap (Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional), me dieron mi certificado y comencé a trabajar; así lo hago hasta ahora. Desde la comunidad, nuestro objetivo es motivar a las personas sordas a salir adelante. Antes no había un líder a quien seguir y yo, con paciencia, armaba mis estrategias para ir aprendiendo. Fue duro convertirme en un líder y cuando era joven me esforcé mucho. Ahora con la tecnología es más sencillo, incluso para contactarnos con personas de la comunidad en otros países.
Hace 15 años luchamos por tener un sistema de comunicación por llamadas para no depender de un oyente. Su nombre es Cosori. La Federación Nacional de Personas Sordas recibió nuestro proyecto y obtuvimos los recursos.
Universidades no tienen intérpretes – Gabriela Rosales
Nací oyente. A los 6 meses me enfermé, me pusieron unos sueros muy fuertes y después no volví a escuchar.
Mi mamá se preocupó porque antes las personas sordas pedían dinero en las calles y ella siempre quiso que fuera profesional. Empecé la escuela, pero fue duro porque se burlaban de mí.
Me ponían lápices en la boca como ‘terapia’, me maltrataban. Mi mamá se dio cuenta y me cambió a la Escuela de Audición y Lenguaje. Me sentí mejor, pero notaba que no era el mismo nivel educativo. El colegio también fue difícil,
porque me discriminaban.
Ni siquiera podía seguir los labios de la maestra. Y la universidad fue peor. Tenía que sacar copias de los cuadernos de mis compañeros para entender.
Para la tesis recuerdo que me rechazaban el proyecto porque nuestra estructura gramatical es diferente a la del español, es más corta. Decidí renunciar, pero mi mamá no me dejó y me apoyó por seis meses, hasta que lo logré.
Creo que solo el 5% de las personas sordas llega a ser profesional, porque hacen falta intérpretes en las universidades.
Solo el Instituto Tecnológico de Pichincha los tiene y las universidades también deberían tenerlos. Hace ocho años tengo mi título de diseñadora gráfica y no consigo empleo, porque no creen en mí. No me importa, yo sigo adelante.
Cosori nos vuelve independientes – Ronald Muñoz
Viví ocho años en Estados Unidos y allá tenían un sistema que me pareció espectacular. Era un servicio de videollamadas con un intérprete que podía comunicar a una persona sorda con una oyente. Se podía usar hasta para pedir una pizza.
Aquí en Ecuador era difícil, porque teníamos que pedir favores a nuestra familia con las llamadas, para cosas muy sencillas. A veces nos decían: ‘espérate un ratito’ o ‘más luego’. Hace más de 10 años hicimos nuestro proyecto Cosori: comunicación entre sordos y oyentes con intérprete. Lo presentamos al Gobierno pero no nos prestaban atención; recién en 2018 logramos obtener un pequeño impulso y, poco a poco, se amplió.
El año pasado tuvimos un convenio con el Municipio de Guayaquil. Primero fue una prueba de seis meses y luego el convenio de un año. En julio terminará, pero necesitamos que continúen. Son 10 000 llamadas y eso significa que las personas lo usan mucho. En esta semana lo usé para ir al médico y pude comprender lo que me decía porque la comunicación con el intérprete fue en tiempo real. Antes me acompañaba mi mamá, pero ella falleció hace un año. Con Cosori hemos roto una barrera y aún hay otras más.
Necesitamos más leyes para tener apertura. Luchamos por la Ley de Discapacidades y se logró que el 4% de personas trabajara.
Afuera me valoran por mi disciplina – José Miguel Rizzo
La primera vez que competí y gané una medalla se me erizó la piel. Estaba en la escuela cuando dos profesores vieron que era buen deportista y comencé a entrenarme en natación a los 11 años. Me gustó tanto que he viajado a varias ciudades a competir y he ganado muchas medallas de oro, también de plata y unas pocas de bronce. Ahora me entreno en Samborondón. Practico todos los días y salgo muy adolorido pero cada vez soy más fuerte.
Es un lugar donde no hay más personas sordas y al comienzo me daba vergüenza. Poco a poco nos entendimos mejor, el entrenador iba deletreando y así me ha enseñado y motivado mucho.
Lo primero que le pregunté era cómo hacía para salir, porque todos son oyentes. Y el profesor me dijo que cuando moviera la mano podía arrancar. He ido creciendo y quiero seguir avanzando con mi estilo de pecho y mariposa, en los que me va muy bien. Mis maestros ven los tiempos y voy a seguir bajándolos.
Hace poco estuve en Brasil, en una competencia de personas sordas de varios países. Quedé en décimo lugar y luego subí a séptimo. Ahora ven que soy ecuatoriano y que lo estoy haciendo bien. He ganado diplomas por competencias internacionales y tengo 300 medallas. Quiero estudiar la universidad, seguir una carrera empresarial o militar, aunque no nos aceptan.