Son visibles todos los días y no solo el 31 de marzo, Día Internacional de la Visibilidad Trans. En eso coinciden cuatro voces disidentes. Runa, Devy, Siri y la histórica Purita, quien es una de las sobrevivientes de una época -no remota- en la que Ecuador penalizaba la homosexualidad.
De esta fecha, por ejemplo, trascienden temas pendientes. La socióloga transgénero Núa Fuentes señala que todo se encuentra atravesado por el reconocimiento a la identidad de género, por parte de las instituciones del Estado.
Por ejemplo, si bien las personas trans cambian su género en la cédula, Fuentes señala que no hay procesos posteriores para acoplar sus datos y que no se dupliquen los registros con otros nombres.
De ahí, explica, se desprenden también temas como la exclusión laboral o la transfobia en el sistema educativo, que provoca el abandono escolar. “Es toda una articulación de problemas que no están separados”, dice, ya que una violencia lleva a una siguiente. “Si una persona no termina sus estudios, luego no consigue trabajo, etc.”.
En el Día de la Visibilidad Trans, la Secretaría de Derechos Humanos dio a conocer un proyecto para el empoderamiento económico de la población Glbtiq+. Informaron que este contempla acciones para mujeres trans y que hay un presupuesto de USD 12 millones para ser aplicados en cuatro años.
La cuerpa trans es visible en la calle – Runa Sanabria
Las realidades trans son muy diversas. Me pregunto quiénes pueden ser visibles, quiénes no y cuáles son los costos de ser visibles. Muchas mujeres trans son visibles porque la gente nota sus transiciones.
Como la cuerpa trans es mucho más visible en la calle, eso implica muchas formas de violencia. Porque todo lo trans -que ni se entiende- está discriminado y violentado en la sociedad.
Transitar en este tiempo siendo trans es una mezcla de muchas cosas, que te amplían la perspectiva. Porque la gente trans ya no solo podemos quedarnos en el imaginario de la peluquería y el trabajo sexual, que son lugares muy importantes en los que estamos aún habitando, pero también estamos en los espacios públicos y privados, en las familias y otros.
La visibilidad es un tema importante. Dicen que de lo que no se habla no existe. A nosotras nos hacen entrevistas a finales de marzo, en noviembre o en junio, para hablar de temas maricas.
Pero ¿qué pasa en abril con las trabajadoras sexuales que son violentadas?, ¿con los estudiantes que tienen que hacer trámites burocráticos larguísimos o con la gente que es despedida de sus trabajos por tener VIH?
No estamos pidiendo visibilidad, estamos exigiendo que escuchen nuestras demandas. Porque nosotras ya somos visibles, quienes nos quieren hacer invisibles son las instituciones.
Vivimos en una sociedad que se burla – Devy Grijalva
Todavía existe un estigma social. La gente todavía se fija en el cuerpo de una persona, en sus características y particularidades y se burla. Eso está en todo el mundo, ya vimos cómo se burlan de una mujer calva, de una mujer negra, de una indígena.
Lo mismo pasa con las trans. Pero también está ese morbo de la sexualidad. La gente piensa que las trans salimos a la calle con el único objetivo de ofertarnos. Si eres trabajadora sexual, obvio, sales a ofertar tu trabajo sexual. Pero no podemos transitar libremente en el espacio público sin ese prejuicio y el morbo.
Vivimos en una sociedad en la que te miran mucho, se fijan si eres alta, baja o gorda, más allá de ser trans. Se fijan en la corporeidad. Esos patrones socioculturales hay que romper desde la escuela, desde las familias.
Las madres deben saber que sus hijas pueden nacer trans, intersex o de cualquier diversidad sexogenérica. Vivimos en un país en el que son negados estos derechos y nuestras existencias.
No puede ser justo que a los 35 años las trans tengan que morir. Es por falta de garantías, porque existe un odio en la sociedad. Las personas odian por este sesgo sexual, porque ser trans atenta a esa estructura heteronormada.
Hoy se está peleando el cupo laboral trans. Todas estamos apuntando a ese proyecto de ley. Creo que sí va a pasar, pero no queremos que sea como una dádiva.
Me pusieron una camisa de hombre – Siri Aconcha
No me siento tan insegura como en mi país, pero acá también he sufrido violencia verbal y psicológica, sumada a mi condición de migrante.
Ser trans me ha implicado no tener un empleo estable; ahora trabajo para una ONG, eso me ha ayudado bastante porque antes me dedicaba a la venta informal de caramelos y golosinas en los buses para poder subsistir.
Ahora puedo tener una pequeña estabilidad. También tengo mi emprendimiento de repartos a domicilio. Soy una persona que me gusta mucho trabajar, sin mendigar nada a nadie.
El otro desafío inmenso es legal porque, aunque en el Ecuador está aprobado el cambio de género en la cédula, lastimosamente a las personas trans migrantes nos niegan este derecho rotundamente.
El día que fui a sacar mi cédula, en 2021, en el Registro Civil me mandaron a quitarme el maquillaje del rostro, a recogerme el cabello y me pusieron una camisa de un empleado hombre.
De muchas otras formas han vulnerado mis derechos: en el espacio público, en el transporte o en los servicios de salud. Siempre les digo, por favor, llámenme Siri, yo soy femenina. Pero me llaman con el nombre con el cuál nací. El sistema de salud no está capacitado para manejar estos casos.
Yo tengo derecho a decidir qué nombre y qué apellido quiero. Y, por supuesto, qué genero quiero que conste en mi cédula.
Hace apenas un mes casi me matan – Purita Pelayo
A mí, en 30 años de ser puta, nunca me pasó nada. Ni siquiera en los parques, en La Mariscal, en los bares y en calles. Pero hace un mes, a una cuadra del Centro de Arte Contemporáneo, en donde trabajo, casi me mata una turba homofóbica que salió de una panadería de la calle Venezuela. Hace un mes.
La deuda que este país tiene con nosotras es de esas que quizá no va a poder pagar nunca. La pensión, el reconocimiento, la casa bonita… jamás podrán borrar las huellas del sistema represivo, que nos condenó en los años 80 y 90. Ni con toda la plata del mundo.
El actual Presidente dijo, antes de asumir el cargo, que daría especial atención a la comunidad Glbtiq+. Yo no veo que se haya implementado nada nuevo. Creo que un gran servicio sería reestructurar el sistema educativo, por ejemplo. Eso es apuntar a la raíz de los males de esta sociedad.
Si me preguntan cómo nos sentimos ahora, si verdaderamente ha habido avance… Sí, ha habido, pero estas cosas son esporádicas y no tienen que ser así. Tienen que ser para que cada mañana que me levante me sienta segura, que abra mi puerta, vaya a la tienda, al mercado y que no tema a nadie.
Antes, cuando llegaban los gobiernos nuevos se prendía algo como un lucerito; y eso significaba la esperanza del pueblo. Pero ya basta, ya todos esos sueños se terminaron, ya no hay en quién creer. Por más que hablen bonito.