Ucrania es el país con más reservas de uranio recuperable de Europa. También ese el país de ese continente con más tierras cultivables. Y lidera las exportaciones mundiales de girasol y aceite de girasol. Es el tercer mayor productor mundial de hierro. Pero, sus riquezas naturales, su potencial agrícola, no son la razón de ser de la guerra que allí se desata.
Ucrania está considerado como uno de los países más pobres de Europa. Buena parte de esa situación se explica por las confrontaciones bélicas. La que se desató el miércoles pasado no es la única que soporta.
Desde el 2014 tiene lugar un grave conflicto armado entre el ejército ucraniano y los rebeldes de los territorios de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania. El conflicto ya ha dejado, al menos, 14.000 muertos.
Son esas dos provincias -que juntas forman la región del Donbás- las que Rusia ha reconocido como independientes y a las que, dice, respalda militarmente para acabar con la guerra que allí se vienen librando.
Caída económica
Desde que se desató ese conflicto en el Donbás, la economía ucraniana colapsó y el PIB cayó casi un 7%. “En 2015, se desplomó alrededor de un 10% y la inflación superó el 40%. Ucrania dio señales de recuperación en los años siguientes, pero sigue siendo uno de los países más pobres de Europa”, dice el diario El Periódico, de España.
Aquello se explica en gran medida porque Rusia era el principal socio comercial de Ucrania, país al que le vendía cereales y metales y del que recibía, principalmente gas, clave, entre otras cosas, para la calefacción en países con inviernos fuertes.
Pero, con la guerra, tal intercambio se detuvo. Y cambiar de mercado, no ha sido tan sencillo o provechoso para la población.
Desde antes del 2014, Ucrania intentó suscribir un acuerdo comercial con la Unión Europea, para depender menos de Rusia. Pero tal tratado fue detenido por presiones de Vladimir Putin y la guerra en el Donbás que de inmediato sobrevino.
Las dos Ucranias
En esa guerra del Donbás mucho tiene que ver también la visión económica y política que no es uniforme en Ucrania. La zona del oeste del país, que es ucranianoparlante, prefiere una economía de libre mercado. La rusoparlante prefiere una economía más bien de planificación centralizada, como la que vivió en sus prósperos años como miembro de la URSS, cuando Ucrania era conocida como el granero de Rusia.
Un recuerdo que para los ucranianos se remonta a años anteriores a 1991, año en que se independizó de la Unión Soviética, que estaba ya disolviéndose.
Cuando Ucrania se volvió una república independiente se esperaba que tuviera una transición hacia el libre mercado, como lo fueron haciendo otros vecinos suyos, por ejemplo, República Checa, Letonia o Lituania.
Pero fracasó en su intento. El paso de las empresas estatales a manos privadas, un aspecto clave a la hora de abandonar el comunismo, se dio en medio de actos corruptos que beneficiaron a sectores oligarcas de Ucrania. Eso le ha restado competitividad y ha dificultado su desarrollo económico.
En su informe de 2021, la organización Transparencia International, ubicó a Ucrania en el puesto 122 de 180 países. El Periódico explica que esto representó una mejora con relación a 2014 (142), pero está muy por detrás de sus vecinos europeos.
Las consecuencias son que el 85% de la riqueza ucraniana está en manos de sectores oligarcas, no gracias a emprendimientos exitosos sino a favores políticos, según explica el portal español VisualPolitik. Las tierras cultivables están en manos de, apenas, 25 terratenientes. No hay competencia que dinamice la economía. Pese a tener tierras hiperfértiles, el 70% de la tierra produce la mitad por hectárea de lo que produce EE.UU.
Además, como rezago de su pasado soviético, en Ucrania todavía hay 3.600 empresas estatales.
El país tiene alrededor de 41 millones de habitantes, pero se estima que unos 10 millones de ucranianos trabajan en el exterior por temporadas, especialmente en la construcción, y envían dinero a sus familiares. Así, cerca del 12% del PIB viene de esas remesas.
La guerra y la corrupción han impedido el progreso de Ucrania.
¿Por qué, entonces, el interés ruso?
Hay un alto valor geopolítico de Ucrania para Rusia. Al controlarla, militar o políticamente, el gobierno de Vladimir Putin puede evitar que esa nación forme parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que se formó a partir de 1991 y que ha ido creciendo hacia el este, hacia las fronteras rusas, hasta tener 30 miembros. Algunos de ellos formaban, como Ucrania, parte de la URSS hasta antes de 1991.
Si Ucrania llegar a ser parte de la OTAN (algo que sí busca aunque no es factible que lo logre pronto), Rusia cree que puede volverse un enclave militar de Occidente. Teme estar en riesgo de ataque.
Actualmente, Ucrania no es parte de la Unión Europea ni de la OTAN. Sin embargo, recibe apoyos militares y financieros considerables de Europa y Estados Unidos, aunque no en niveles que lo conviertan en un rival militar de Rusia.
Putin también ha argumentado que si Ucrania se une a la OTAN, la alianza podría intentar recuperar Crimea, la península que Rusia se anexionó en 2014, explica la BBC de Londres.
Un artículo del New York Times indica que “el alejamiento de Ucrania de la influencia rusa se sintió como el último clavo en el ataúd del poder ruso en Europa del Este”.
Además, para Europa y Estados Unidos, “Ucrania es importante en parte porque la consideran como un indicador de su propia influencia y de las intenciones rusas en el resto de Europa”.