Es la expresión que recoge una triste pero esperanzadora realidad. Triste, porque “justicia que tarda no es justicia”, pero esperanzadora, porque finalmente la verdad se impone. La sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre el caso El Universo, es muestra de ello. Condena al Ecuador a pagar a los perjudicados, los señores Pérez, propietarios del diario y al periodista Emilio Palacio, $400.000 dólares para resarcir los daños irrogados por una de las actuaciones más vergonzosas de las cortes ecuatorianas: la sentencia que condenó a los Pérez y Emilio Palacio a penas de prisión, y, junto a El Universo, a pagar 42 millones de dólares al caudillo.
La mascarada del 30 de septiembre de 2010 se produjo porque Correa, ahíto de soberbia y prepotencia, creyó que podía ir al cuartel de policía en el que se habían producido unos reclamos y acallarlos con su sola verborrea. Fallaron sus cálculos y cuando se retiraba “con el rabo entre las piernas”, le hicieron notar que ello perjudicaría su autoridad, ante lo cual resolvió volver al cuartel en donde se enfrentó a los policías y en una escena previamente ensayada, se desprendió de la corbata, rompió los botones de la camisa, y les pidió que si quieren matar al Presidente disparen a su pecho. Luego ingresó al hospital de la propia policía, desde allí se comunicó con Chávez y otros de su calaña, dijo estar secuestrado, pero al mismo tiempo ordenó al Ejército que lo libere por la fuerza, de un hospital lleno de pacientes. El objetivo propagandístico era aparecer como el héroe de la democracia que estuvo listo a ofrendar su vida para salvar a la república. En la comedia se armaron juicios y persecuciones a personas que ni siquiera estuvieron en el teatro de los acontecimientos, pero que sufrieron encarcelamientos de meses y años, como parte de la charada.
En vista de la reacción internacional que condenó la manera descarada de enriquecerse desaforadamente a costa de un medio de prensa, en otra operación circense, con cadena nacional de televisión y radio, traducción simultánea, enlace internacional vía satélite y toda la parafernalia de la época correísta, con la magnanimidad del César todopoderoso, perdonó la pena de prisión y los 42 millones de dólares de indemnización.
El Universo acudió a la CIDH denunciando el atropello a los derechos humanos y finalmente esta corte en su sentencia de 24 de noviembre, censuró la actitud de las cortes ecuatorianas que, en dos instancias y casación, se acomodaron a los intereses del caudillo y dio la razón a los perjudicados. Así se reconfirma la vergonzosa “metida de mano a la justicia”, que mantiene a varios jueces que se prestaron a ello en juzgados y cortes, ante un Consejo de la Judicatura, presidido por una reconocida correísta.