Los estados han negociado una serie de tratados internacionales que contienen el concepto de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, originado en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992, que es el reconocimiento de que hay obligaciones de los estados, principalmente para el medio ambiente, y a la vez una responsabilidad mayor de quienes son los causantes del deterioro climático y que deben colaborar con los países menos desarrollados para equilibrar la situación global.
Creo que este principio, legalmente reconocido en agendas e instrumentos internacionales como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, debe aplicarse al narcotráfico, cuyas secuelas están gravemente afectando a la sociedad ecuatoriana que no tenía, hasta hace poco, responsabilidad alguna en la producción de cocaína.
El Ecuador era un país de tránsito entre los dos mayores productores: Colombia y Perú, pero gracias a sus Fuerzas Armadas y a su Policía lograron controlar que no existan mayores cultivos de hoja de coca en el territorio nacional. Hoy vemos con una combinación de asombro y pena que generales de nuestras fuerzas de seguridad están, según el Embajador de Estados Unidos, involucrados en el narcotráfico. En mi columna de hace unas semanas había señalado que la droga andina se exporta ilegalmente a los Estados Unidos y a los mercados de Europa y el mundo, por un valor en las calles de miles de millones de dólares.
Los grandes productores reciben inmensas cantidades de dinero en cooperación y resulta que nosotros estamos marginados por no ser productores relevantes. Esta es una incongruencia que debe corregirse mediante una gestión político-diplomática con los países consumidores, que permita captar importantes recursos para apoyarnos en esta lucha sin cuartel contra el narcotráfico. El país debe agradecer cualquier contribución, pero necesitamos que haya esta estrategia internacional de “responsabilidad compartida pero diferenciada”, que apoye al Ecuador con recursos financieros como son los casos de Perú y especialmente Colombia.
Es indispensable incluir en ese paquete de apoyo, el acceso al mercado de Estados Unidos en forma inmediata, para generar empleo y que no tengamos importantes grupos de población trabajando en el narcotráfico por su falta de trabajo.
Este problema no se soluciona con bayonetas, radares ni aviones, sino con desarrollo sostenible, con una barrera de contención en las fronteras norte y sur, para que brinden oportunidades y no frustraciones. Esta no es una nueva idea, yo tuve el honor de ser Subsecretario Político del Canciller Heinz Moeller cuando se creó Unidad de Desarrollo del Norte (Udenor), como una muralla de orientación social y productivas para evitar la contaminación del narcotráfico, al tiempo que teníamos el sistema de acceso al mercado de Estados Unidos con la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga (Atpdea, por sus siglas en inglés).
Es hora de nuevas acciones para enfrentar un reto de dimensiones históricas.