La expectación sobre el destino final del satélite UARS todavía se mantiene, mientras la NASA monitorea las últimas órbitas del aparato, en su descenso final tras permanecer veinte años en el espacio.
Se espera que el satélite, originalmente de 5,6 toneladas, se fragmente en el roce con la atmósfera superior y en su mayor parte se evapore, aunque varias decenas de restos lograrían acercarse a la superficie.
El último informe de la agencia estadounidense mostraba un amplio arco de posibles lugares de reentrada y no descartaba la posibilidad de que se precipitara en algún lugar del territorio norteamericano, algo que se había desestimado el jueves pasado.
Sin embargo, la NASA ha reiterado que aún es muy prematuro predecir con exactitud el horario y lugar donde se producirá el reingreso del aparato de investigación atmosférica.
Anteriormente, había informado que la menor velocidad registrada por el ingenio epacial haría postergar este momento hasta la madrugada del sábado 24.
Recién en las próximas horas será posible establecer con mayor precisión donde caerán los restos que sobrevivan al roce con la atmósfera.
En Chile, el último viaje del UARS es monitoreado por la Agencia Chilena del Espacio. También fueron alertadas la Armada y la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi).
El descenso también ha podido ser seguido, con información de sitios no oficiales, a través de Twitter. En el sitio privado Spaceflight Now figura una animación con la posible posición del satélite minuto a minuto.
Según la firma privada Aerospace Corporation, que sigue al satélite, el posible punto de caída sobre el Pacífico se ha trasladado hacia el norte y ahora se sitúa a unos 7.000 km frente a la costa de Colombia.
El viernes, la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos había emitido el viernes pasado una alerta a los pilotos y tripulaciones aéreas para que se mantuvieran alertas frente al descenso del artefacto, debido a los riesgos que podría haber representado para el movimiento de aviones.
Pese a que los primeros cálculos de la trayectoria del ingenio espacial preveían que caería durante la noche del viernes (hora chilena), los cálculos sobre su velocidad variaron en las últimas horas, debido a que, aparentemente, su orientación o configuración variaron durante la última etapa de su descenso.
Importante labor científica
El Satélite de Investigación de la Atmósfera Superior (UARS) había sido lanzado el 12 de septiembre de 1991 a bordo del hoy jubilado transbordador espacial Discovery, y colocado en una órbita de entre 575 y 580 km de altitud.
Durante su misión efectuó, entre otras, la importante tarea de medir la capa de ozono y mapear la presencia de compuestos químicos como el monóxido de cloro, que destruyen esa vital protección contra los rayos ultravioleta.
Del mismo modo, observó los agujeros en la capa de ozono en los polos, determinando sus dimensiones y permitiendo evaluar sus riesgos.
También registró las oscilaciones de los vientos en la estratósfera y la energía recibida en esa zona desde el Sol, lo que tiene gran incidencia en la comprensión de los fenómenos climáticos en todo el globo, y realizó la primera medición global de la marea atmosférica, oscilación similar a la de los mares que influye en la comprensión de los factores que gobiernan el clima mundial.
El aparato fue puesto fuera de servicio en diciembre de 1995, pese a que varios de sus aparatos todavía funcionaban, y fue “estacionado” en una órbita baja a la espera de su reentrada.