Nada. Ni la minifalda ni los tacones impiden que una noche a la semana, Tiara Álvarez, de 30 años, salga a montar en bicicleta junto a sus amigos para hacer deporte, conocer Quito y ayudar a reactivar los negocios de barrio.
El grupo se llama Jueves de pedal, y desde hace un poco más de un año se reúnen a las 19:00 en el sector de El Ejido. Por dos o tres horas -dependiendo del trayecto- se toman las calles quiteñas. No hay un número definido de miembros, hay días que salen 300; otros, cuando el clima no ayuda, 20.
Tiara se les unió hace seis meses, cuando aprendió a manejar bicicleta. Lo hizo por necesidad. Debía llegar a clases de corte y confección durante la pandemia. En casa había una bicicleta que nadie usaba. Un amigo, que forma parte de esta agrupación, le propuso usarla.
En un inicio, ella dudó. Siempre vistió ‘fashion’ y no quería dejar de hacerlo. Además de artista, es abogada y por el trabajo siempre usa tacón alto y vestido. Entonces entendió que la moda no era un impedimento.
Al inicio montaba en el patio de su casa, luego fue al ciclopaseo y finalmente pudo ir a clases desde San Roque hasta Santa Clara. Todo se lo debe a los chicos de Jueves en pedal, que le enseñaron a maniobrar el vehículo con tacos de más de 15 centímetros de alto. La guía de Tamia Cando, de 22 años y organizadora de las cicleadas, fue clave. Le enseñó, por ejemplo, que las mujeres pueden poner una abrazadera en el asiento para regularlo dependiendo del tamaño del tacón.
La tienda de ciclismo City Bike y la Fundación ‘B-Motion’ (que preside Tamia) están detrás de estos recorridos que se realizan con la intensión de demostrar que la ciudad es cicleable tanto en el día como en la noche. El menor de los ciclistas tiene 11 años, el mayor 60.
Ver la ciudad desde dos ruedas sin la luz del sol es distinto. El Centro Histórico se ilumina y se lo puede apreciar más sin gente en las veredas y plazas. En la noche hay más riesgo, por eso usan luces y ropa reflectiva.
Rony Ocaña es uno de los organizadores y el mecánico del grupo. Se encarga, sobre todo, de calibrar las marchas y revisar las cadenas y el estado de los neumáticos.
El jueves anterior visitaron San Roque, San Diego, Santo Domingo, San Francisco… Otros días han llegado a Guamaní Alto, Nayón, Cotocollao… “Vamos a todo lado, menos a misa”, bromea Rony.
Por fortuna no han tenido accidentes ni robos, pero conocen a otros grupos de ciclistas que sí. Tamia cuenta que suelen estar en contacto con al menos 10 organizaciones similares, entre ellas: Urbano Bike, Sur en Bici, G8, Huaira bici y Licrados.
Ellos utilizan la bici como medio de transporte. Luis Rodríguez, de 36 años, recorre todos los días 8,5 km, en 25 minutos, para ir al trabajo. Además de llegar rápido, no gasta en combustible y hace ejercicio.
Son, más que deportistas, amigos que ríen, se ejercitan y cuidan; y siempre tienen las puertas abiertas para quien se les quiera unir.