Guillermo Lasso lanza su iniciativa de abrirse al mundo justo cuando se estaría dando un cambio de época que le crea circunstancias favorables. Tras décadas en que la China ha sido el destino favorito de las multinacionales para establecer sus fábricas, ahora estarían en proceso de reubicarlas, y Latinoamérica se perfila como una de las alternativas. Se abre la puerta a captar inversión.
Hay varios factores que apuntan a este cambio:
-La guerra comercial entre Pekín y Washington. La empezó el presidente Trump y continuó el presidente Biden, a pesar de estar en polos opuestos del espectro político estadounidense. Washington eleva los aranceles a la producción china, encareciendo sus productos en el mercado estadounidense. Se le suma el aumento de costos de fabricación en China.
-Las graves dificultades logísticas de hoy, que ilustran la inconveniencia de depender de lugares tan distantes para abastecerse. La pandemia trastocó el complicado tráfico de puertos chinos a americanos y europeos, y aún no se lo ha logrado regularizar. Se evidenció la inconveniencia de depender tanto de la China, y revalorizó Latinoamérica como alternativa, por su cercanía, frente al Sudeste asiático.
Una encuesta del año pasado reveló que el 76% de las firmas estadounidenses en China tenían previsto reubicar al menos parte de su producción en otros países.
-El G-7, con el presidente Biden a la cabeza, ha lanzado una iniciativa, “Construyendo un Mejor Mundo”, en respuesta a la iniciativa china “Nueva Ruta de la Seda”. Se trata de financiar en países de desarrollo menor o intermedio obras de infraestructura, equidad de género, reforestación y conectividad digital, con estándares ambientales y laborales más altos que los de China y dirigidas a favorecer el comercio internacional. De esta manera Washington responde al presidente Xi, quien no oculta su intención de reemplazar a los EE.UU. como primera potencia mundial. La iniciativa de Biden es modestísima en sus cifras, comparada a la china, pero lo interesante es que los primeros países en ser visitados para tomar el pulso al interés en esta iniciativa fueron Panamá, Colombia y Ecuador.
El gobierno tiene la meta de captar más inversión extranjera, lo que es indispensable dentro de la estrategia de dinamizar la economía. El gobierno afina los mecanismos para relanzar las alianzas públicas-privadas, y la Megaley incluye reformas legales necesarias para hacer más atractiva la inversión extranjera.
La falta de un acuerdo comercial con EE.UU. pesa en contra para captar inversiones privadas para exportar a ese mercado. El gobierno de Lasso ha planteado a Washington iniciar negociaciones, pero no ha tenido acogida. Pero lo que no se tiene por falta de acuerdo se puede compensar con una política proactiva favorable a la inversión.