Concluimos una semana de marchas y protestas. El Frente Unitario de Trabajadores, la Conaie, Pachakutik y otras organizaciones de izquierda, que quieren medir fuerzas con el Gobierno, decidieron medir primero sus propias fuerzas, su capacidad de convocatoria y el grado de credibilidad de sus proclamas.
Deben haber considerado que no parecía buen momento para la protesta porque el Gobierno no ha cumplido ni cien días, ha sido eficaz el plan de vacunación y la gente todavía tiene miedo a las aglomeraciones. Por otro lado, habrá parecido oportuno porque juntaron todo lo que puede juntar la izquierda, hay desempleo y pobreza y tienen de contrincante un Gobierno de derecha. Ahora estarán haciendo el análisis de los resultados.
Se han enfrentado con una opinión pública indiferente y un gobierno firme. El Presidente Guillermo Lasso, que es su propio ministro de gobierno y su propio portavoz, ha multiplicado estos días las entrevistas y ha dado respuestas coherentes para infundir optimismo en la ciudadanía. Da por superada la etapa de vacunación y anuncia que el siguiente proyecto es la generación de empleo, lo que supone atraer inversión extranjera, duplicar la producción petrolera, alentar la minería amigable con el medio ambiente, invertir en el sector eléctrico, construir obras de infraestructura; hasta 30.000 millones en proyectos de inversión en los cuatro años.
El Presidente ganó en credibilidad porque dejó las proclamas políticas para hablar el idioma de las verdades: el déficit y el endeudamiento, el reparto de dinero entre empresas y organizaciones privilegiadas, la evasión de impuestos de muchísimos empresarios y líderes populares que se proclaman defensores de los pobres, los burócratas innecesarios incrustados en la administración pública. Ofrece diálogo a los que quieren y pueden dialogar; la amenaza, el ultimátum, la protesta violenta no califican para el diálogo.
Las organizaciones y dirigentes que quieran escuchar verdades aceptarán el diálogo y tendrán la oportunidad de decir también sus verdades y sus cifras. Los dirigentes sindicales que representan, en el mejor de los casos, al 30% de los trabajadores que tiene empleo pleno, conocerán el nuevo código que propone una política laboral más flexible para el 70% restante. Sufrirán escalofríos con la palabra flexibilización, pero tendrán que ir con buenas respuestas y mejores propuestas para dialogar.
Los dirigentes de la Conaie tendrán que tragarse las amenazas y hablar de la agenda del Gobierno porque el pueblo eligió a Lasso por su programa de gobierno y, como dijo el Presidente, tiene el derecho a poner la agenda. Ya no asustarán a nadie con otro levantamiento, ni podrán incendiar otra contraloría o secuestrar policías y periodistas. Los ciudadanos tendremos que escoger entre la proclama y la verdad. Es hora de desterrar la proclama y exigir que las verdades se transformen en soluciones.