Bien interesantes los múltiples capítulos y las cuentas que han debido ejecutar los integrantes de la sección política de este Diario, a propósito de la duración de las decenas de gobernantes que han iniciado sus mandatos durante casi dos siglos de tormentosa evolución republicana del Ecuado r.
Pero por supuesto es del todo indispensable tener siempre en cuenta de estos datos numéricos, que se trata solamente de datos cronológicos y que de ninguna manera conllevan estos una calificación acerca del factor más importante de todos, o sea, el acierto o la equivocación con que los personajes respectivos hayan desempeñado la más alta magistratura de nuestra organización política.
En realidad más bien – y perdónese la paradoja – son varios los casos de gobernantes que han durado poco tiempo, pero que han logrado altos niveles de acierto. Quizás el ejemplo más llamativo haya sido el del vicepresidente Manuel Ascázubi, a quien algunos analistas no vacilan considerar acaso como el mejor de todos los mandatarios ecuatorianos, pese a que no logró completar un año de actuación, pero durante los meses del caso se rodeó de excelentes colaboradores; impulsó decisivamente la cultura popular y combatió a la funesta práctica de que los jefes militares tuvieron impacto decisivo en los asuntos de índole política. Uno de esos caudillos, José María Urbina, fue precisamente el culpable de la caída de Ascázubi y al mismo tiempo el iniciador de una era de acusado militarismo, de atropellos de los llamados ‘tauras’ y del trágico epílogo que casi disuelve a la propia nacionalidad ecuatoriana.
Otros ejemplos de mandatos breves pero muy positivos corresponden ya el segundo siglo de la atormentada evolución de nuestro país.
Así el ejercicio del general Alberto Enríquez Gallo, durante el cual llegaron el Código del Trabajo y otras leyes de importantes efectos sociales como las de petróleo y de minería; el brevísimo lapso del Dr. Mariano Suárez Veintimilla, quien salvó la democracia formal del Ecuador, durante horas de extrema tempestad; también el desempeño de Clemente Yerovi Indaburu como reemplazo de la Junta Militar de Gobierno ya en plena década de los años sesenta.
Como contraste, ha habido mandatarios que han disfrutado de varios años de poder y hasta de elevados precios de las materias primas que el país suele vender al exterior, como ese jefe de Estado contra quien Juan Montalvo dirigió sus más agrias ‘Catilinarias’, cuando el auge del cacao, pero de todas maneras hay un apreciable consenso en torno de presidentes fundamentales como Juan José Flores; Gabriel García Moreno, enérgico mantenedor del orden y dinámico ejecutor de vías y de la educación; Eloy Alfaro, obsesionado por la apertura del Ferrocarril del Sur; José María Velasco Ibarra, apasionado por la libertad de elecciones y otras libertades esenciales, y ahora el economista Rafael Correa Delgado.