Los jubilados son quienes más han aportado al IESS, por tanto y por su avanzada edad, merecen trato preferencial en las prestaciones que presta esa institución, especialmente en lo que tiene que ver con el servicio médico.
Lamentablemente, ocurre lo contrario. Los ancianos que requieren atención en los hospitales y dispensarios del IESS se quejan del trato que reciben. Dada su senectud, no están en condiciones de virtualmente “disputar”, vía telefónica, un turno con las miles de personas sometidas a esa odisea.
Un caso sui géneris es el de un jubilado que, tras el consabido calvario, logró autorización para que le hagan unos exámenes en una clínica privada, pero, pese a sus esfuerzos, no ha logrado que lo atiendan para presentar los resultados. Ya han caducado y él está más grave…
Hay que reconocer que han mejorado y ampliado algunas casas de salud del IESS y han adquirido otras, pero, de ninguna manera, en proporción al incremento desmesurado del número de beneficiarios, lo cual se debe, en buena parte, a la justa y necesaria ampliación del servicio al sector indígena y a los familiares de los afiliados.
Como el mundo da vueltas, un prestigioso médico que trabajó muchos años en el “Carlos Andrade Marín”, ha recurrido a los servicios de ese hospital, para someterse a una operación quirúrgica y ha palpado, en carne propia, el vía crucis para ser atendido. Cuenta que gracias a sus influencias, ha obtenido una cita, pero que ha tenido que esperar varios días, para que llegue el número asignado.
Con la experiencia adquirida en el desempeño de su trabajo en esa institución y el trato que ahora soporta, sugiere que a los jubilados que superen determinada edad se les atienda en una cola exclusiva, como se hace en los bancos; que se destinen pabellones o clínicas especializadas para ellos; que se amplíe la atención domiciliaria; y que no se los estigmatice por los delitos de ser viejos y haber contribuido para que exista ese organismo.
Como se hace en los hospitales públicos, debe exigirse que los galenos cumplan el horario de ocho horas diarias, ya que no es muy cierto aquello de que, dada la naturaleza de su profesión, no deben ni pueden laborar más de cuatro horas, pues, la mayoría de ellos, luego de su jornada, prosiguen su trabajo en empresas privadas y/o en sus consultorios particulares.
Lo cierto es que pese a las mejoras efectuadas, ampliamente publicitadas, se necesitan, en forma urgente, más casas de salud del IESS, estratégicamente ubicadas, para lo cual esa multimillonaria institución debe dar prioridad y asignar los fondos necesarios, aunque sea reduciendo las inversiones y los préstamos al Gobierno, que más bien está en la obligación de dar su aporte. El IESS es institución de servicio y no entidad con fines remunerativos ni políticos.