En el sector de La Ecuatoriana, un grupo de 15 personas esperaba un bus. Era en una esquina de la calle Ignacio Noboa, a las 18:40. Las lámparas del alumbrado público estaban ya encendidas, pero el sitio era oscuro. A unos 10 metros del lugar, en las afueras de una cantina, cuatro hombres consumían licor y escuchaban música a alto volumen.
Inés Yépez, una de las personas que esperaba la unidad de transporte, tenía la cartera apegada a su pecho. En reiteradas ocasiones giraba la cabeza a ambos lados para ver que ningún extraño se le acercara. Estaba intranquila.
La mujer de 47 años recordó que hace pocos días, mientras esperaba el bus, a las 20:00, dos sujetos le robaron USD 250. “Sacaron un cuchillo grande, pensé que me iban a matar. No puse resistencia. Se llevaron mi sueldo”.
En la calle San Carlos, la realidad es similar. La oscuridad reinaba en las escalinatas que permiten acceder al barrio. Unos chicos corrían por el lugar. María Yáñez caminaba también a paso apresurado. Quería llegar pronto a su casa. “Salir de noche es peligroso. Hay mucha delincuencia”.
En la av. Mariscal Sucre, a la altura de Fundeporte, la calle también lucía desolada. En sentido sur-norte, las luces de los autos que circulaban por el sitio eran la única fuente de iluminación. Los árboles que están sembrados en el parterre, no permiten que el alumbrado de la acera del frente ilumine toda la zona.
Según los resultados del primer estudio sobre Violencia en el Espacio Público en el sur de Quito, el insuficiente alumbrado en las calles es la principal causa de inseguridad. También lo son los centros de diversión y tolerancia, el consumo de alcohol y drogas, la falta de mantenimiento de los espacios públicos y las pandillas o grupos delincuenciales. Los vecinos fueron encuestados.
Al llegar a la Gatazo, en la av. Mariscal Sucre y Tabiazo, luces de neón de llamativos colores se divisan en tres locales. En las ventanas se exhiben afiches grandes con la silueta de mujeres semidesnudas. En la puerta, hombres con trajes informales custodian el ingreso a cada local. Ana Muso y sus tres hijos prefieren caminar por la acera del frente. “De ahí salen borrachos y nos faltan el respeto. Es preferible evitar eso”.
En la calle José María Alemán, en Solanda, los bares que funcionan en el sector son otro foco de inseguridad, según los vecinos. En la madrugada se producen riñas. La pequeña cantina que funciona en los alrededores del parque de la Ferroviaria Media genera intranquilidad en los moradores. El sábado, mientras los niños jugaban en las canchas, un grupo de adultos bebía en la esquina.
En la Administración Zonal de Quitumbe, el 60% de los habitantes considera que hay poca seguridad. En la Eloy Alfaro, el porcentaje asciende al 80%.
María Hernández, administradora zonal de Quitumbe, indicó que se coordinan acciones para mejorar la iluminación, conformar comités de seguridad e instalar alarmas comunitarias.
En la zona Eloy Alfaro se indicó que para contrarrestar esta problemática se han creado cuatro puntos seguros. Gladys Sigcha, moradora de la Lucha de los Pobres, prefiere no salir sola en las noches. La calle 21 de Agosto, cerca de la av. Simón Bolívar, es oscura y está llena de matorrales.
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