En marzo del 2006 tenía sentimientos encontrados; por un lado estaba feliz por el nacimiento de sus mellizas y por otro le entristecía la idea de alejarse de su carrera como artista plástica. La cuencana Katya Cazar creía que con el nacimiento de María Joaquina y Ana Sofía, sus exposiciones, curadurías, clases y viajes ya no serían posibles. Por suerte, se equivocó.
A los nueves meses de nacidas las niñas, una de las curadoras de arte fundamentales de Cuenca ya estaba viajando a la isla Santay, en Guayas. Allí, permaneció 14 días para ser parte del proyecto denominado ‘Solo con natura’.
Por ese carácter recio, que la caracteriza, Cazar sorteó los retos que le impuso Santay; como tener que usar una letrina. La incomodidad no supuso un problema para su “capacidad de articular lo simple con lo profundo”, en palabras de la artista guayaquileña Larissa Marangoni; “este trabajo fue excelente por su calidad”.
Fue entonces cuando su camino artístico se reafirmó. El proyecto de Santay se lo dedicó a sus hijas y se prometió a sí misma no dejar de crear o generar proyectos vinculados al arte. Seis años después, no ha dejado de cumplir. Ahora, por ejemplo, realiza una consultoría sobre carreras de arte para el Ministerio de Cultura.
La fuerza que comunica contrasta con su figura más bien menuda… La mayor parte de sus 39 años de vida se ha distinguido por el detalle con el que cuida su apariencia y combina su ropa con sus accesorios. Esa misma pulcritud se puede ver en sus propuestas artísticas. Katya es una mujer en movimiento; proyecta agilidad. Es puntual, desde que era pequeña. Se recuerda asistiendo a la hora exacta a sus clases en el Museo de Arte Moderno, donde estudió por 6 años y donde también ha realizado exposiciones.
Sus primeros garabatos adornaron las paredes de la casa de sus padres. Para evitar que lo siga haciendo, pero sin truncar su habilidad, su madre, Blanca Almache, le compró un cuaderno grande para que coloree. Y ya a los 11 años entró a la academia de acuarela de Eudoxia Estrella.
Al concluir la secundaria estudió Bellas Artes y al finalizar sus estudios superiores, su padre Marcelo sintió preocupación. Le preguntaba: “qué vas hacer ahora”. Ella optó por especializarse en Arte Latinoamericano, en el Museo Sofía Ímber, de Caracas. Desde entonces su carrera se vinculó al exterior. Ha estudiado en Argentina y Chile y ha realizado exposiciones en Nueva York.
La bibliotecaria de la Bienal de Cuenca, Mercedes Espinosa, siempre ha visto a Cazar gestionando proyectos, fondos y espacios a favor del arte. Espinosa fue su asistente cuando ella fue una de los curadores de la XI edición de la Bienal Internacional de Cuenca (2011). “Si algún artista necesitaba algo, no dudaba en pedir apoyo en embajadas o instituciones privadas o públicas”.
Katya está acostumbrada al trabajo intenso. En más de una ocasión ha llegado con sus mellizas a las oficinas de la Bienal, museos, bibliotecas, fábricas… Y en ciertos momentos ha tenido que ser muy ingeniosa para que sus hijas no se aburran y ella no se estrese.
Las niñas se han acoplado a este ritmo. Ellas saben que su madre está rodeada de artistas y que su vida gira en torno a museos y libros… María Joaquina y Ana Sofía están apegadas al arte. De hecho, ambas ya tienen sus pinceles y pintan, pese a que su madre no las presiona para que lo hagan.
En ese ámbito no es exigente, como sí lo es en otros. María Elisa Carrasco, del área de Comunicación de la Bienal, cuenta que a Cazar le gusta que cada obra tenga su respectiva cédula de identificación y que el espacio esté en armonía con los trabajos. “Su carácter cambia si alguien se ha retrasado en algo encomendado, pero tiene la capacidad de percibir si una persona está cargada de trabajo y le da ánimos”.
Su talento y perspicacia también es reconocida entre su familia. Su hermana Lorena, recuerda que sus compañeras envidiaban sus cuadernos, porque sus carátulas eran impecables. “Eran realizadas por una artista”. Hace cinco años que su madre falleció, Lorena dice que su hermana ha pasado de alguna manera a ocupar ese papel. “Siempre trata de que estemos unidos”.
La persistencia es otra de sus características. Entre sus últimos trabajos está la muestra ‘Arte contemporáneo y patios de Quito’, que trabajó con Gerardo Mosquera. También intervino como curadora en la muestra ‘ANTI-plano’, en la que participaron Sara Roitman y Giovanny Verdezoto.
Sobre el trabajo de Katya, el artista cuencano Patricio Palomeque, quien la conoce hace 18 años, tiene una opinión crítica. Para él, su aporte en la reciente Bienal “no fue de mayor envergadura”; cree que su criterio no se vio tan claramente, pues compartió curaduría con Hernán Pacurucu. “Es una artista ejecutiva, que se ha dedicado a la gestión. Ese es su talento”. Palomeque cree que como curadora empieza a desarrollarse y que es importante porque en el país hay pocos.
Cazar reconoce sus propias obsesiones: el orden le es indispensable y el ruido se le hace insoportable. Por eso le gusta crear cuando el día ha terminado, pasadas las 23:00. A esa hora sus mellizas ya están dormidas y ella puede dedicar la madrugada al trabajo.
Más sobre ella…
Nació en Cuenca el 13 de febrero de 1973. Estudió en la Universidad de Cuenca. Hizo una especialidad en Arte Latinoamericano, en el Museo Sofía Ímber, de Caracas. También realizó una maestría en Estudios de la Cultura en la Universidad del Azuay.
Realizó la muestra ‘Amor Mundi’, dedicada a su madre, que se refiere a la ausencia. Además, participó con una exposición de fotografía en Nueva York. Otras de sus obras son Espacios mínimos, Un dólar…