El nuevo presidente en declaraciones a CNN expresó que uno de sus objetivos será el de duplicar la producción petrolera en el mediano plazo. La meta es demasiado ambiciosa tomando en cuenta los datos oficiales sobre el actual volumen y el balance de las reservas del país. El régimen puede intentarlo, pero ese logro tiene un camino muy tortuoso y con pocas posibilidades de éxito.
Se entiende que el incremento vendría fundamentalmente desde la empresa estatal que es de donde se obtiene actualmente cerca del 80% del petróleo que se extrae. Si el periodo de gobierno inicia su gestión con Petroecuador, hoy un monstruo de dos cabezas queriendo volver a caminar e integrarse luego de la nefasta fusión realizada, lo mejor que podía haberle sucedido hubiera sido tener que lidiar con Petroecuador y Petroamazonas, por separado.
En enero del 2021 salió del cascarón una pseudo nueva empresa, sin legalizar administradores ni ordenadores de gasto, sin reglamentos para contratar, con los gastos e inversiones necesarios para el mantenimiento de la producción suspendidos, recién a finales del mes de enero y comienzos de febrero se contó con los procedimientos administrativo-financieros para llevar con cierta normalidad las operaciones. El impacto se reflejó en la caída de producción la cual continua en descenso, en diciembre del 2020 se produjeron en promedio 410 000 barriles de petróleo por día, 407 000 en enero 2021 y en febrero 398 000, aproximadamente 12.000 barriles diarios menos. Al 30 de abril la producción reportada es de 386 954, cuando según la proyección de producción fijada para ese día debía ser de 402 113.
Si a los inconvenientes citados añadimos: las paras de pozos por problemas mecánicos, eléctricos y con las comunidades; las mermas debidas a la declinación natural del potencial de hidrocarburos de los yacimientos, el panorama para cumplir con los niveles de producción proyectados y luego conseguir incrementarlos, se avizora muy difícil.
Otro escollo por superar, la empresa, de todo lo que tiene asignado, solo en cuatro campos de petróleo opera a su cuenta y riesgo, 22 áreas se encuentran bajo contratos con empresas privadas, algunos de ellos con resultados económicos cuestionados y/o con procesos legales pendientes. Se requiere producir más, pero con rentabilidad, se tendrá que revisar la contratación existente y allí donde sea necesario buscar acuerdos de beneficio para las partes, sin dejar de lado la posibilidad de negociar con transparencia y por común acuerdo modificaciones de los modelos vigentes, hacerlo.
Otro aspecto que coadyuvara a la consecución de mejores días para el sector, sin duda, es la fijación de una política ambiental cimentada en nuestras realidades y necesidades, que sea consensuada con los diferentes actores y que a ella se alineen todos, para su estricto cumplimiento y oportuna ejecución.