La oportunidad de avanzar en una senda de paz y progreso colectivo, que destierre al populismo, es única. El llamado al diálogo nacional por parte del Presidente electo es una estupenda ocasión para delinear objetivos en la lucha contra la pobreza y el desempleo. La grave situación económica y sanitaria requiere acuerdos mínimos de gobernabilidad que den viabilidad a políticas de reactivación productiva que busquen revertir la alarmante situación de los segmentos más vulnerables de la población.
La tarea de reconstruir al país no es exclusiva del nuevo gobierno. El cambio de rumbo decidido en las urnas necesita del aporte patriótico de diversos actores políticos, sociales y económicos. La paz social se podrá lograr cuando la población advierta que hay un horizonte de progreso y esperanza, con un gobierno que cumple sus ofertas de campaña y un poder legislativo que no obstruye su labor, que discrepan democráticamente, pero trabajan alejados de disputas subalternas que atentan contra su credibilidad y la del sistema democrático.
El triunfo de Guillermo Lasso ha dejado una secuela de optimismo en los mercados nacionales y extranjeros. La percepción de un adecuado entendimiento de la dinámica empresarial, la anunciada previsibilidad jurídica y el convencimiento de un manejo económico responsable y equilibrado, marcan los ejes para restablecer la confianza en los actores del sector privado.
El rol del sector empresarial será clave en esta nueva coyuntura que vive el Ecuador. Requerirá de un marco jurídico que le permita potenciar su crecimiento en el mercado nacional e internacional. Es el momento de retomar con patriotismo esas decisiones de inversión que venían siendo aplazadas por un entorno hostil, inestable y poco claro. El país requiere un sector privado con una visión amplia y moderna, de mayor empatía con su entorno inmediato. La sostenibilidad de las empresas depende, en buena medida, que exista progreso y estabilidad social.
Un compromiso auténtico con el medio ambiente, educación, equidad de género, tienen total sentido desde la óptica empresarial. Apoyar a resolver problemas, como la desnutrición crónica infantil, contribuirá a mejorar la educación de la niñez, piedra angular para disminuir la desigualdad y fortalecer una sociedad que busca prosperidad y desarrollo.
La lucha contra la corrupción en el sector público y privado debe ocupar un sitial protagónico en la agenda de cambio. El repudio a la impunidad y el ejercicio independiente en la administración de justicia requiere un pacto social sólido e inquebrantable. Es responsabilidad colectiva custodiar que los recursos que pertenecen a todos los ecuatorianos vayan a los sectores más necesitados de la población. De esta manera podremos asegurarnos que el Ecuador del encuentro no fue solamente un slogan de campaña, sino que comienza a ser realidad.