Los ecos del reciente debate presidencial se dejarán escuchar por un buen tiempo. La cultura política nos muestra que tenemos camino por andar para poner en escena esta práctica.
La estructura acordada por una comisión de ciudadanos que actuaron, seguramente, con tanta buena voluntad y empeño cuanto desconocimiento del complejo y preciso escenario de la televisión, conspiraron.
La formulación de largos reportajes plagados de cifras que para el común de los mortales eran indigestos, restó tiempo para la elaboración clara de ideas de los candidatos.
Eso estaba muy bien como preámbulo para un programa de opinión entre especialistas, y un público interesado en tal o cuál tema, nunca para un debate que pretendió una audiencia masiva en radio y televisión.
Otro aspecto es la formulación de planteamientos, redactados por la comisión, que contenían al menos cuatro o cinco preguntas inmersas y para cuya respuesta se demandaba bastante más que un minuto y medio para la elaboración mental del candidato y para explicarla adecuadamente.
La historia de los debates fue rica en el pasado, hasta que, como se ha explicado ya, los asesores empezaron a desaconsejar a los candidatos que se veían favorecidos por las encuestas acudir, ya que se exponían a los ataques y tenían votos a perder.
Ya se ha señalado que el debate que quedó para la historia nacional como referencia fue aquel de segunda vuelta al que asistieron Rodrigo Borja y León Febres Cordero. Ambos líderes de dos tendencias importantes( ID Y PSC) y ambos ya fogueados políticos.
En 1984 la primera vuelta la había ganado Rodrigo Borja Cevallos con cerca de 30 mil votos de diferencia. Hubo denuncias de un fraude que al parecer no existió sino que fue un arma arrojadiza de campaña. Recuerdo con nitidez que en mis tareas de reportero de televisión entonces, Vicente Burneo, respetable diputado socialcristiano que presidió la comisión que investigó las denuncias, me respondió que existieron serias irregularidades en la votación pero no fraude.
Para la segunda vuelta el equipo asesor de León Febres Cordero cambió la estrategia. El Dr. Óscar Lombana, asesor colombiano de campaña, recicló el slogan de Belisario Betancur. Con ‘Pan, techo y empleo’ – ideas fuerza – simple pero eficaz, logró sopesar la balanza sobre el lema de principios, acaso abstracto: ‘Justicia social con libertad’.
La noche del debate los espectadores lo seguimos con atención y mucho nerviosismo. Fue una tensa jornada de ideas y duros señalamientos. Parecía que la formación académica se imponía sobre el pragmatismo del empresario y férreo diputado. Casi al final del debate León Febres Cordero aprovechó un momentos en que Borja bajó la vista a los documentos de su mesa para increparle que le mire a los ojos. Alejandro Carrión cerró el programa. Todo quedó resuelto. LFC ganó y RBC esperó cuatro años.
De los zapatos rojos a la frase ‘No mientas otra vez’, todo nos lleva al 11 de abril, veremos si el artificio fue definitivo, y sabremos quién mismo es salado. Carne o hueso.