Los objetivos de Vanessa no se cumplieron en el 2020, espera concretarlos este año. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
En el 2020, Vanessa Estrella compró entradas para dos conciertos de artistas internacionales que se cancelaron, un pasaje de avión para un viaje que no hizo. Y realizó adelantos a rubros de su fiesta de cumpleaños número 40. Todo lo planeó entre octubre del 2019 y enero del 2020.
Con la llegada del covid-19 a Ecuador, eventos masivos se cancelaron, aeropuertos de varios países restringieron ingresos y salidas y empresas quebraron a causa de la crisis, dejando a personas como Vanessa sin oportunidad de recuperar pagos ya hechos. “No vale la pena adelantarse en nada”, dice.
Sin embargo, las metas siempre ayudan a que las personas tengan estabilidad emocional, señala la psicóloga Montserrat Gortaire. Sin ellas -dice- se llega a la ansiedad o la depresión. “Es muy importante hacer planes, pero en circunstancias de incertidumbre como las generadas por el covid-19 no se puede pensar tan a largo plazo, sino diaria o semanalmente”.
Cuando se planifica de forma realista y a corto plazo para que las metas se cumplan, anota Gortaire, se puede minimizar los niveles de frustración que sufre el 100% de la población. “Es parte de la incertidumbre de una pandemia. Con hiperplanificaciones a largo plazo la frustración crece”.
Eso aprendió Mercy Ruiz en el 2020, quien durante un tiempo, cuenta, permaneció molesta al ver sus planes suspendidos. El 16 de marzo, antes de que se anunciaran las primeras medidas restrictivas, ella y su novia Lucía Mera se cambiaron de casa para ahorrar para la fecundación in vitro, que empezarían, tras casarse en noviembre.
“Nada de eso se cumplió”, relata Mercy. Entendió que hay que tener objetivos, pero ser flexibles ante imprevistos como la pandemia. “Hay que trazar un mapa. Pero no perder la cabeza si las cosas no salen como pensabas o en la fecha que esperabas”.
Estudios psicológicos internacionales muestran que el 88% de personas acaba el año sin cumplir ninguno de los propósitos que se plantea al inicio del mismo, asegura Adriana Oñate, jefa del servicio de psicología del Hospital Metropolitano.
Por ello aconseja planificar objetivos siendo consecuentes con las posibilidades reales y no imposibles. La meta, dice, debe ser lo más cuantificable posible y si es abstracta hay que darle una acción concreta. “Si me planteo que este año quiero ser mejor persona busco tareas que me lleven a eso, como colaborar con alguna organización”.
La tolerancia a la incertidumbre, dice Oñate, es importante, “muchas inquietudes sobre la pandemia vienen a la cabeza, no sabemos qué va a pasar y es normal”.
Frente a eso Andrea Grijalva decidió, por el momento, no planear viajes internacionales. Mientras tanto, cumplirá otros objetivos que son su prioridad y que no pudo concretar en 2020, por la reducción de su jornada laboral: la compra de un departamento y empezar un posgrado.
Las relaciones interpersonales no pueden faltar en las planificaciones del año, comenta Verónica Egas, directora del Centro de Psicología Aplicada de la PUCE. Recomienda siempre incluir un plan de finanzas familiares, que fueron duramente golpeadas por la crisis.