Hasta el 2 de septiembre del 2020, las distintas empresas farmacéuticas del mundo todavía realizan test para hallar la vacuna definitiva que proteja a la humanidad contra el nuevo coronavirus. Foto: AFP
Una de las limitaciones de las vacunas, en general, es que solo actúan sobre determinadas cepas de un virus o una bacteria. La situación se complica porque los microorganismos pueden mutar, como sucede con el covid-19, lo cual hace que cada año los investigadores analicen las cepas dominantes de un determinado microorganismo para atacarlo.
Cuando un virus como el SARS-CoV-2 o el de otras enfermedades como la influenza mutan, se requiere vacunar de nuevo con una vacuna modificada que cubra y sea efectiva contra esa cepa.
Para la infectóloga Paulina Celi, es mejor mientras mayor cantidad de pobladores del planeta sean vacunados con cualquier vacuna contra el nuevo coronavirus. Eso sí, las vacunas deben haber comprobado su eficacia contra el virus en un laboratorio y, además, su efectividad contra él en el organismo humano y su seguridad.
Se necesita por tanto una alta dotación mundial de vacunas seguras, eficaces y efectivas porque al menos el 60% de la humanidad debe estar inmunizada contra el virus para prevenirlo.
Todas las vacunas que están en desarrollo esperan actuar contra las actuales cepas circulantes del SARS-CoV-2. Las vacunas pueden ser distintas, pero solo deben evitar que la cepa dominante del virus se instale en las células humanas.
La capacidad de mutar del nuevo coronavirus se ha mostrado, hasta ahora, menor que la del virus de la influenza y otras enfermedades virales. Sin embargo, con el tiempo -no se sabe cuánto- se tendrá que modificar las vacunas y producirlas para enfrentar la cepa de SARS-CoV-2 que predomine.
Los expertos consideran que, cuando se halle la vacuna contra el covid-19, posteriormente la sustancia podría ser modificada para que actúe contra la cepa dominante. Foto: AFP
No se puede decir todavía cuánto tiempo tomará parar la epidemia, ni si las vacunas que se desarrollan serán el camino para lograrlo. Se vio algunos problemas con vacunas en el pasado. Por ejemplo, una reacción alérgica llevó a una inflamación pulmonar a algunos de los pacientes a los que se administró, en los años sesenta, la vacuna para el virus respiratorio sincitial. Se trata de un efecto secundario peligroso puesto que dificulta la respiración. Más de cinco décadas después, todavía no hay una vacuna efectiva contra ese virus.
Sin embargo, contra el SARS-CoV-2 hay esperanza. Para William Petri, médico investigador y especialista en enfermedades infecciosas en la Universidad de Virginia, las vacunas son prometedoras contra covid-19. La razón es que son solo un elemento adicional debido a que el sistema inmunitario humano elimina el virus mediante diferentes mecanismos.
En un 99% de los casos, los pacientes superan la infección y el virus desaparece del cuerpo. Además, la mayoría de estos pacientes deja de transmitir el virus a otras personas a los 10 días de haber contraído la enfermedad.
Por estos motivos, debería ser mucho más fácil desarrollar una vacuna para el nuevo coronavirus que para otras infecciones como el VIH, ya que en estos casos el sistema inmunitario no logra curar la enfermedad de forma natural.
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