El aislamiento indispensable para evitar la expansión del coronavirus tiene varias aristas duras y peligrosas.
Un estado emocional de la gente que se expresa, según entendidos, en aceptación, depresión o euforia da paso a alertas que hay que atender.
Un tema que puede tensar la cuerda casa adentro es la situación que alienta el encierro y la falta de recursos. La gente sin dinero para atender sus gastos elementales de alimentos y medicina suele desesperarse y alimentar la lacra terrible de nuestro país que es la violencia doméstica. El machismo ha generado episodios de violencia y femicidios. Dos de ellos se han cometido en estos días.
Los mensajes de auxilio sobre violencia, agresiones y abusos sexuales en el hogar han mermado en el 911. El dato llama a seria sospecha. Puede ser que las víctimas, intimidadas por el encierro, no se atrevan a pedir ayuda, y menos a denunciar.
La proyección de mensajes sobre mantener la calma y la contención emocional ha sido ampliamente explorada y divulgada por este Diario.
En los temas de violencia intrafamiliar, el Estado pone al servicio de la gente un equipo de psicólogos para atender llamadas en el fono 171.
Las cifras estadísticas de violencia, abuso sexual y violación doméstica a mujeres y niños son terribles. En esta etapa se pueden incrementar aunque queden ocultas.
ONU Mujeres Ecuador hizo otra advertencia relacionada con el confinamiento: el trabajo en casa puede volverse una carga adicional. Este debiera estar bien distribuido.
Los datos de las personas consultadas arrojan conclusiones importantes. Las mujeres se hacen cargo mayormente de las tareas del hogar.
Muchas no descuidan su trabajo habitual de modo presencial o en muchos casos de manera virtual.
El confinamiento también deja a miles de estudiantes en casa con tareas virtuales que pueden ser otra carga. Más allá de la baja conectividad y de la disponibilidad de equipos, el apoyo recae en general en las madres y supone trabajo adicional en estos tiempos. Es la ocasión para tomar conciencia y cambiar.