San Rafael Arcángel, patrono de los peregrinos, en esta hora tan dura para el país, te pido que nos des la salud de la Alcaldesa de Guayaquil y los conocimientos científicos de su médico; la retórica y las agallas del Gobierno para cambiar, sobre la marcha y en contra de lo que se hace en otros países, la metodología de medición de los efectos de la pandemia en el Ecuador en función de los síntomas y no de las pruebas.
Danos también la paciencia del presidente Lenín Moreno en su intento de manejar una crisis que no sería tan grave si su ex líder, Rafael, no se hubiera llevado el santo y la limosna y si él y su equipo hubieran actuado con menos desorden y lentitud en los meses anteriores, para pasar del diagnóstico de la súper crisis a acciones como la venta de activos.
Y concédenos la ingenuidad de quienes anuncian con bombos y platillos que el hospital del IESS en Quito ya cuenta con un arco de fumigación para la seguridad de sus pacientes… ocho semanas después de que entrara al país la primera persona contagiada. Y capacidad para olvidar que en ese instituto estuvo a punto de cometerse una gran estafa en la adquisición de mascarillas, de no haber sido por la intrusión de la prensa.
San Rafael, danos en este día algo de paz para no rebelarnos contra los tontos políticos que incluyen entre los irresponsables e inconscientes a las personas que tienen que salir a buscar cada día unos centavos para sobrevivir, que no tienen qué ni dónde almacenar, y a quienes no llega de modo organizado la ayuda, que es importante pero que requiere mucha más participación del sector privado.
Ilumina a tus ex devotos, San Rafael, para que, con los datos disponibles sobre contagios, lleven urgentemente alimentos, servicios y medicinas a los sectores más afectados, y así la lucha realmente rinda frutos.
Asimismo, concédenos un pedido imposible: que la cascada que lleva tu nombre vuelva al sitio en el que brindaba un gran espectáculo hasta hace solo unas semanas, cuando empezaron los socavamientos que hoy ya se extienden un kilómetro y medio y que se llevaron los dos oleoductos y el poliducto, lo cual golpea más la economía nacional.
Y, sobre todo, protege a esos peregrinos, prófugos y presos de la mal llamada revolución ciudadana para que no haya relación entre esos graves problemas geológicos y la construcción del Coca-Codo-Sinclair, la joya de la corona levantada contra viento y marea y hasta donde se organizaban paseos con estudiantes universitarios -igual que a la Refinería de Esmeraldas y a otros hitos robolucionarios- para hablarles del futuro…
Y dale un poco de humanidad a tu ahijado para que -ya que no puede salir de su estado de negación y sacarse la mascarilla para dar la cara por los daños infringidos al país por su megalomanía- por lo menos tenga la decencia de guardar silencio por todas sus víctimas.