En Chiriyacu, en el sur de Quito, hay mayor presencia tanto de comerciantes como clientes. Dos puertas de ingreso están habilitadas, otras dos puertas permanecen cerradas. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Dos realidades se vivieron en los mercados y ferias de Quito, la mañana de este lunes 23 de marzo del 2020. Por un lado hay un estricto cumplimiento a las disposiciones de salubridad: vendedores y compradores, usan sus mascarillas, guantes y gel. Por otro lado, se ven aglomeraciones, gente sin tapabocas y adultos mayores en las calles, mujeres con bebés, quienes ofrecen sus productos.
“Si no vendemos no comemos”, repiten una pareja octogenaria,
quienes tienen un puesto de plátanos afuera de San Roque, en el Centro Histórico de Quito.
En la puerta de ingreso hay un cartel: “Sí hay atención”, se indica, pero los clientes que desean comprar allí deben tener mascarilla y guantes para ingresar; solo se permite a una persona por familia y no se permite la entrada a embarazadas, niños y tercera edad. Un guardia privado es el encargado de que estas disposiciones se acaten.
De esta forma se preparan los mercados de la capital para aplicar las nuevas disposiciones del alcalde Jorge Yunda. Él propuso al Comité de Operación de Emergencia nacional que el ingreso a los centros de abastecimiento sean a través del último dígito de la cédula del cliente.
Se tratan de medidas para los mercados y ferias legales. Sin embargo, afuera de San Roque, por ejemplo, pululan decenas de vendedores informales, quienes vocean todo tipo de producto. “Lleve la mascarilla lavable”, grita una mujer. Otros ambulantes ofrecen papel higiénico, gel y “40 limones por un dólar”. La mayoría usa guantes y cubre bocas. Sin embargo, entre la gente protegida hay un gran grupo de personas que no usan nada. Son ciudadanos en situación de calle, cuidadores de carros y personas con adicciones a drogas.
Entre este grupo existen comerciantes a quienes simplemente no les gusta usar el equipamiento que sirve para prevenir el contagio del covid-19.
En los mercados Santa Clara y Chiriyacu, hay más control en el ingreso y en sus alrededores. Esta mañana en Santa Clara hubo poca afluencia de gente aunque los puestos rebosan de frutas, legumbres, verduras y tubérculos.
“No hemos subido los precios, peor sí hay escasez de algunos productos”, comenta una vendedora.
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En Chiriyacu, en el sur de Quito, hay mayor presencia tanto de comerciantes como clientes. Dos puertas de ingreso están habilitadas, otras dos puertas permanecen cerradas. Del interior del mercado se ven a los cargadores, quienes cruzan sudorosos una calle llena de baches. Trasladan los quintales de papa, arroz, cabezas de plátano y otros productos hasta camionetas y vehículos particulares. No todos llevan su mascarilla.