“Raíces, para ser profundamente orgulloso de lo que soy, de lo que tengo y de donde provengo… Alas, porque me diste la posibilidad de abrir siempre el vuelo y conducirlo hacia cualquier horizonte que me hubieras fijado”. Maravilloso fragmento, dirigido a su madre en agradecimiento, extraído del libro “Mi propio Everest” de Iván Vallejo. El 23 de octubre de 1978 a las 8:15, a los 19 años, hace su primera cumbre importante, el Chimborazo (6.310 m) el nevado más alto del Ecuador, momento en el cual se echó a llorar de la emoción, sin duda su espíritu ya le confirmaba que su vida eran las montañas… reencontrándose con esas primeras inspiraciones hacia el montañismo, cuando niño a los 7 años se extasiaba observando la belleza del Tungurahua, despertándose así la sensibilidad, el amor y el respeto para las montañas, y su determinación y coraje para ascenderlas.
En aquella ascensión ya contaba con un par de botas de montaña, que le habían costado 100 sucres, 70 lo ganó trabajando, y 30 puso su madre, impulsando desde su corazón el profundo latir del sueño de su hijo, quien había ya dibujado y escrito en su infancia, el diseño de su vida, consistente en un hombre con los brazos extendidos como “alas” en lo alto de una montaña, con la frase: “Cuando yo sea grande, en la cumbre del Everest”. Las raíces del montañista, estarían enterradas profundamente en el majestuoso Tungurahua, y sus amplias alas le llevarían luego a coronar sus sueños, sobre las cumbres más altas de la tierra.
Su primer 8.000 lo logra en 1997 en el Manaslu (8.163 m), luego vinieron otros, y así en 1999 corona por primera vez el Everest (8.848 m) por la cara norte. Cuando estaba todo listo para una de sus expediciones y contando ya con los financistas, se da el congelamiento bancario y con ello se congelan también sus esperanzas, ya que las empresas se excusaron de sufragar los costos; de repente reacciona, se levanta y se dice: “Ni el presidente impedirá mi expedición”, coge su bicicleta y comienza la titánica tarea de conseguir nuevos auspiciantes, lo cual efectivamente lo logra y triunfa una vez más!
En el 2000 llega al K2 (8.611 m), y en el 2001 vuelve a coronar el Everest, pero ahora por el lado sur este.
Su proyecto Desafío 14, esto es subir sin ayuda de oxígeno suplementario, los 14 ocho mil, reto que implicó 11 años de su vida, lo consigue el 1 de mayo del 2008 a las 12:00 hora nepalí, cuando en su segundo intento, llega a la cima del Dhaulagiri (8.167 m), poniendo la bandera del Ecuador entre los más grandes, y convirtiendo a Iván, en nada más y nada menos, que en el tercer americano y en el décimo cuarto ser humano en el mundo, de haber conseguido dicha hazaña. ¡Ojalá hubieran más ciudadanos como él, el país sería de campeones! El mejor regalo que recibió Iván, fue el gran apoyo de su madre: Raíces y Alas; y su mejor regalo es su extraordinario legado de ejemplo, orgullo e inspiración para el Ecuador!