La propuesta de derrocar el Olímpico Atahualpa para reemplazarlo por un complejo urbano-deportivo que modernice el estadio (y atraiga más automóviles, de paso) ha generado el mismo interés que el coronavirus. Incluso más: ya circulan bocetos de la estructura y se plantean nombres, desde Arena Atahualpa o cualquier alternativa que incluya al último inca, hasta Street Please (en honor a un programa del Alcalde) y Estadio 2 850, para que los rivales tiemblen al recordar la altitud de Quito.
Todo se puede debatir, por supuesto, y todo da para memes. Pero las autoridades deben recordar que el tema del estadio ha sido motivo de demagogia y la gente no lo olvida. Recordemos el proyecto del estadio para Deportivo Quito, el cual tuvo hasta maqueta y contemplaba la idea de un centro comercial.
También está el proyecto del nuevo Atahualpa del correísmo o, mejor dicho, de una ambiciosa ampliación y remodelación, lanzado por el exvicepresidente Jorge Glas. Se anunció un presupuesto de USD 74 millones, en medio de la euforia por el Mundial de Brasil 2014.
Los dirigentes de El Nacional han intentado construir su escenario y hubo dos presidentes que llegaron a plantearlo seriamente como un objetivo en sus campañas.
Finalmente, está la famosa divagación del estadio Mitad del Mundo, en que el actual Alcalde se imaginaba una cancha colocada de tal manera que una parte estuviera en el hemisferio norte del planeta y otra en el sur, para deleite de las agencias de viaje.
Nunca llegó ninguno de esos estadios. Nunca se pasó de las maquetas ni de los cocteles. Aunque parece que, esta vez, va en serio lo del nuevo Atahualpa. Ojalá que se analicen todas las implicaciones que conlleva levantar estas estructuras, no solo en lo deportivo sino también en la movilidad y el desarrollo. No más demagogia con los estadios para Quito.
Imagen de la propuesta del nuevo estadio Arena Atahualpa, difundida por el alcalde de Quito, Jorge Yunda.