Hoy, 19 de febrero, la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Correspondiente de la Real Española, celebrará una sesión solemne en homenaje “al ilustre maestro y polígrafo ecuatoriano Don Simón Espinosa Cordero”. Hago mía la ocasión para también honrar a este extraordinario ser humano y querido amigo.
Celebro primero el poderoso intelecto, la profundidad académica y la amplitud cultural de este lector incansable, autor de libros, periodista, cronista y articulista de opinión, amplio en su temática, profundo en sus análisis, cultor consciente del buen uso del idioma, el merecido reconocimiento de cuya obra se dio con su incorporación a la Academia Ecuatoriana de la Lengua como Miembro Correspondiente en 2012 y Miembro de Número en noviembre de 2013.
Celebro la profunda bondad de su espíritu. En 2017 escribió que “en el arzobispo emérito Alberto Luna Tobar, se juntaron la luz de la inteligencia y el calor del corazón.” Hermosas palabras, totalmente aplicables a su generoso autor. Celebro luego su maravilloso sentido del humor, del que tanto disfrutamos todos quienes hemos tenido el placer de conversar con él. Nuestro común amigo Diego Araujo cuenta que en una ocasión, cuando era estudiante en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y asistía a una clase dictada por Simón Espinosa, uno de los estudiantes pidió al ilustre maestro que por favor diga qué pensaba de aquellos estudiosos del idioma que describen a gerundios y otras formas de los verbos como “verboides”. Simón respondió de inmediato “Son unos antipaticoides”.
Y celebro su condición de ciudadano consciente y activo, como Presidente de la Comisión Anticorrupción del Distrito Metropolitano de Quito, y luego en su destacadísima intervención como miembro medular de la Comisión Nacional Anticorrupción, que denunció la rampante inmoralidad del régimen correísta con gran valentía y entereza, incluso enfrentando el juicio que contra los miembros de la Comisión instauró con impresionante cinismo un sinvergüenza. Simón Espinosa Cordero es ejemplo luminoso de aquello que sacará adelante nuestras sociedades: ha encarnado y encarna la convicción de que lo que pensamos, decimos y hacemos los ciudadanos -no solo los políticos- es importante; la idea de que es fundamental involucrarnos en la búsqueda de soluciones y no solo en la expresión de lamentos; la voluntad de pensar sobre temas de importancia social y, cuando se hace necesario, de abrir la mente, reexaminarlos, repensarlos, replantearlos.
Celebro en todas sus facetas a Simón Espinosa Cordero, hombre de inteligencia fina, simpatía desbordante, bondad inmensa, temple, valor y decencia ejemplares.
Gracias, querido Simón, por haber iluminado tanto y de tantas maneras las vidas de tantos de nosotros.